“EL MANÁ CESÓ…” (Josué 5:12)
Escucha: “Al otro día… comieron de los frutos de la tierra, panes sin levadura y… espigas secas tostadas” (Josué 5:11). ¿Cómo consigues pan y grano?
¡Produciéndolo! Dios estaba diciendo: “Yo puedo proveer por medio de hombres o enviarlo del Cielo, pero ahora quiero bendecir el trabajo de vuestras manos”.
Algunos de nosotros nos desmoronamos cuando “el maná” cesa. “Señor, ¿qué pasa? ¡Ya nadie me ayuda!”. No pasa nada; es que, es tiempo de crecer y empezar a creer que Dios te va a bendecir de manera que puedas llegar a ser bendición para otros, en vez de estar pidiéndole al Señor que bendiga a otros para que puedan cuidar de ti. Es hora de descubrir tus dones y empezar a usarlos. ¡No necesitas a Dios o nadie más que haga lo que puedes hacer tú mismo!
No hace falta que tengas mucho talento en “el desierto”, tan sólo fe en recibir tu próxima “comida”. En esencia, lo que Dios le dijo a su pueblo fue: “Cuando lleguéis a esta tierra, quiero que viváis de tal manera que el resto del mundo ‘tome nota’ y empiece a preguntarse: ¿qué tienen ellos que nosotros no tenemos?”. En vez de que vayamos al mundo en busca de consejo, ¡”el mundo” debería venir a nosotros por el! Jesús dijo: “Vosotros sois la luz del mundo…” (Mateo 5:14). Eso significa que tú deberías ser el estudiante, empleado, líder, padre o la madre más brillante que hay. Dios le dijo a su pueblo: “Todas las naciones os dirán bienaventurados…” (Malaquías 3:12). ¿A quién se refiere? ¡A aquellos que desentierran sus talentos, los ponen a funcionar y honran a Dios en todo lo que hacen!
“…VOSOTROS LOS COMERÉIS COMO PAN” (Números 14:9)
Escucha: “Y Josué… y Caleb… dijeron a toda la congregación de los hijos de Israel… ni temáis al pueblo de esta tierra; pues vosotros los comeréis como pan” (Números 14:6,7,9b). ¡Hay comida y bendiciones en la batalla! Puedes alcanzar la madurez al alimentarte de lo que tus enemigos te arrojan. Las promesas de Dios son “(A)[a]l vencedor…” (Apocalipsis 3:21).
Pero Israel no quería luchar. De hecho, quiso apedrear a los que le sacó de su confort. Como resultado, el Señor dijo: “…ninguno de los que Me han irritado la verá” (Números 14:23). El mayor dolor de Dios es ser puesto en duda. Con un historial como el suyo, ¿te extraña? ¿Somos nosotros muy distintos a los israelitas? Antes de contestar, que sepas con toda claridad que hay tres cosas contra las que siempre tendrás que luchar:
(1) Querer quedarte donde estás, porque para ir donde Dios quiere que vayas tienes que enfrentar tus miedos más profundos y tener victoria sobre las viejas costumbres que el enemigo ha puesto entre ti y tu destino.
(2) En vez de tener confianza en lo que Dios ha hecho ya por ti, “te haces el loco” poniendo en duda Su veracidad…
(3) Aunque sabes que el enemigo está usurpando tu propiedad y desafiándote para que hagas algo al respecto, no te atreves luchar. Mañana hablaremos de los enemigos dentro de tu tierra, pero ahora mismo debes mirar en tu interior y empezar a enfrentarte a aquellos que son capaces de impedir que entres y disfrutes de lo que el Señor tiene para ti.