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“…EL QUE PROCURE SALVAR SU VIDA, LA PERDERÁ…” (Lucas 17:33)


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¿Recuerdas cuando podías “comer como un caballo” y no se te notaba? ¿O cuando al sonreír, tus arrugas desaparecían en el momento que dejaste de hacerlo? ¡La vejez no es una época para cobardes! Sólo porque estés cerca de “la cumbre del monte”, eso no significa que hayas pasado “tu pico más alto”. No; ¡algunas de las personas de Dios más ancianas están entre los mejores! El Abraham más anciano y apacible era más sabio que el anterior más joven e impetuoso. Caleb estaba derrotando gigantes y reclamando territorio a los 85 años de edad! Ana -una viuda anciana- no se limitó a orar por el Mesías, sino que ¡fue lo bastante sabia para reconocerlo cuando Él llegó! En Patmos, el aislamiento se convirtió en inspiración y el viejo “Juan el Visionario” escribió ¡el último libro de la Biblia!
Douglas MacArthur dijo: “Uno solamente envejece cuando abandona sus ideales. Los años arrugan la piel; rendirse arruga el alma”. Jesús dijo: “…el que procure salvar su vida, la perderá…” (Lucas 17:33). Puedes enfocar la vida de dos maneras: (1) Protegiéndola; (2) Persiguiéndola. “La voz” de la seguridad dice: “Enciende un fuego en el hogar y quédate dentro, allí donde te sientes bien”.
Pero “la voz” de la aventura dice: “Enciende un fuego en tu alma, y después sal y persigue tu pasión”. Algunos ancianos se van a pescar y otros de caza, persiguiendo lo que siempre han querido hacer. Cuando preguntaron a Oliver Wendell Holmes por qué comenzó a estudiar griego a la edad de 94 años, contestó: “Bien, mi buen señor, ¡lo hago ahora o nunca!”.
¿No quieres arriesgarte hoy? Recuerda: las personas sabias no son necesariamente aquellas que tienen más años en su vida, sino aquellas ¡que más vida tienen en sus años!