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No escondas tu dolor por que Él nos consuela para consolar a otros


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“…ÉL… NOS CONSUELA PARA QUE PODAMOS… CONSOLAR… ” (2 Corintios 1:4)
Para determinar dónde puedes servir mejor, examina estas áreas de tu experiencia:
(1) La familia. ¿Qué aprendiste conforme te ibas haciendo mayor?
(2) La educación. ¿Cuáles eran tus asignaturas favoritas en la escuela?
(3) La vocación. ¿En qué trabajos destacaste y de cuáles disfrutaste?
(4) La espiritual. ¿Cuáles han sido tus momentos más significativos con Dios?
(5) El ministerio. ¿Dónde Le has servido con más eficacia?
(6) El dolor. ¿De qué problemas, heridas, aguijones y pruebas has aprendido más?
¡Dios nunca desaprovecha una herida! A menudo, el ministerio más importante vendrá de tus luchas mayores. ¿Quiénes están mejor cualificados para ayudar a los padres de un niño autista que los padres que tienen uno?, ¿o al alcohólico/adicto a recuperarse que aquellos que han luchado contra el mismo demonio y vencieron?, ¿o para ministrar a los divorciados que aquél que ha caminado entre “sus llamas”?
Las experiencias que más has resentido y lamentado son a veces las que Dios quiere que uses para ayudar a otros. ¡Ellas son tu ministerio! Pero debes comenzar a compartirlas. La gente siempre es más alentada cuando compartimos cómo la gracia del Señor nos ayudó en nuestras debilidades que cuando nos jactamos de nuestros puntos fuertes. Pablo comprendió esta verdad. Escucha: “Hermanos, no queremos que ignoréis acerca de la tribulación que nos sobrevino en Asia, pues fuimos abrumados en gran manera más allá de nuestras fuerzas… Pero [eso sucedió]… para que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos. Él nos libró… nos libra y… nos librará…” (2 Corintios 1:8-10). No escondas tu dolor; ¡úsalo para ayudar a otros!

¿Por qué debemos pertenecer a una congregación o Iglesia local? – Parte 2


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“…PERSEVERABAN… EN LA COMUNIÓN UNOS CON OTROS…” (Hechos 2:42)
Cada vez que nace un niño, necesita ser miembro de una familia específica para poder recibir alimento, cuidados, y para crecer sano y fuerte. ¡Lo mismo te ocurre a ti! La diferencia entre asistir a los cultos o ser un miembro de la congregación está en el compromiso. Aquellos que sólo asisten al culto son consumidores; los miembros son contribuyentes. Los que tan sólo asisten, quieren los beneficios del culto sin ningún tipo de responsabilidad u obligación. Son como parejas que quieren vivir juntas sin un compromiso matrimonial de por vida.
Cuando estás unido a una congregación local, ¡eso demuestra que estás comprometido!
Verás, Dios quiere que ames a personas de carne y hueso, no a personas idílicas. Podrías pasarte toda la vida buscando una congregación perfecta, sin llegar a encontrarla jamás. Es más, si pasaras a formar parte de esa comunidad, dejaría de ser perfecta. Estás llamado a amar a personas imperfectas, ¡del mismo modo que Dios te ama a ti!
Los creyentes de Jerusalén “…perseveraban… en la comunión unos con otros…” (Hechos 2:42), y el Señor espera ese mismo compromiso por tu parte. La vida cristiana es más que un simple compromiso con Cristo; incluye un compromiso con otros creyentes también. Los de Macedonia así lo entendieron. Escucha: “…a sí mismos se dieron primeramente al Señor y luego a nosotros…” (2 Corintios 8:5b). Una vez que eres un hijo de Dios, el siguiente paso es formar parte de una congregación local.
Cuando te comprometes con Cristo, te conviertes en un seguidor suyo.
Pasas a ser “miembro” de una congregación cuando te comprometes con un grupo concreto de creyentes. La primera decisión te trae la salvación, y la segunda
compañerismo y realización - ¡y tú necesitas ambas cosas!

“…LA PAZ… A LA QUE ASIMISMO FUISTEIS LLAMADOS EN UN SOLO CUERPO” (Colosenses 3:15)
Aquí hay dos grandes beneficios al pertenecer a una congregación local:

(1) Nos induce a la honestidad

Muchos de nosotros llevamos puesta una máscara. Actuamos como si todo fuera de color de rosa en el jardín, cuando en realidad no es así. Una actitud semejante supone “la muerte” del verdadero compañerismo. Sólo cuando nos vamos abriendo, experimentamos ese compañerismo.
Escucha: “…si andamos en luz… tenemos comunión unos con otros…” (1 Juan 1:7). El mundo cree que la intimidad ocurre en la oscuridad, pero Dios dice que ucede en la luz. A menudo, la oscuridad esconde nuestros problemas. Pero cuando somos capaces de sacarlos a la luz, pierden su fuerza, encontramos perdón y purificación, nuestras zonas heridas son sanadas y empezamos a avanzar. “¿Por qué tomaría alguien un riesgo semejante?”, preguntarías. Porqué es la única manera de llegar a ser sano emocional y espiritualmente.

(2) Nos proporciona apoyo

Somos más consecuentes en nuestra fe cuando otros andan junto a nosotros y nos animan. El Nuevo Testamento nos dice más de cincuenta veces que oremos, nos amemos, animemos, sirvamos, enseñemos, aceptemos, honremos, conllevemos, perdonemos, sometamos y dediquemos los unos a los otros. Tú no eres responsable de cada miembro de tu congregación pero sí lo eres hacia ellos. El Señor espera que hagas todo lo que puedas para servirles.
Pablo dijo: “…para ser mutuamente confortados por la fe que nos es común a vosotros y a mí” (Romanos 1:12).

“SOPORTAOS UNOS A OTROS Y PERDONAOS UNOS A OTROS…” (Colosenses 3:13)
Aquí tienes dos beneficios más por pertenecer a una congregación local:

(1) ¡Encontramos compasión!

Ésta no consiste en dar un consejo u ofrecer una ayuda superficial y rápida. Es empezar a compartir el dolor de otros. Quiere decir: ‘Comprendo lo que te está sucediendo, y lo que sientes no es ni raro, ni único, ni descabellado’. La compasión satisface a dos necesidades fundamentales que todos tenemos: la necesidad de ser comprendidos y la necesidad de que se nos reconozcan nuestros sentimientos. Tenemos tanta prisa por ”arreglarlo” todo, que no nos tomamos tiempo para escuchar y mostrar simpatía hacia la gente. La autocompasión y el centrarnos únicamente en nuestras propias metas, agota la compasión hacia los demás. Es precisamente cuando las circunstancias les “aplastan” que nuestros amigos nos necesitan más. En medio de su sufrimiento, Job gritó:“El que sufre es consolado por su compañero” (Job 6:14).

(2) ¡Experimentamos misericordia!

En el compañerismo encontramos misericordia, y los errores quedan borrados y no enfatizados. Eso sucede cuando la misericordia vence al enjuiciamiento. ¡Todos la necesitamos, porque tropezamos y tenemos necesidad de volver al camino! Dios dice: “…debéis perdonar… y consolar… para que no sea[n] consumido[s] por demasiada tristeza” (2 Corintios 2:7). Se necesita cantidades enormes de misericordia para crear y mantener verdadero compañerismo. ¿Por qué? Porqué somos imperfectos e, inevitablemente, seguiremos hiriéndonos los unos a los otros. Pero nunca se te pedirá que muestres más misericordia hacia otros que la que el Señor ha mostrado hacia ti.

¿Por qué debemos pertenecer a una congregación o Iglesia Local? – Parte 1


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“…SOMOS UN CUERPO EN CRISTO, Y TODOS MIEMBROS LOS UNOS DE LOS OTROS” (Romanos 12:5b)
¿Por qué debes pertenecer a una congregación local?

¡Para que te ayude a encontrar y cumplir tu objetivo en la vida! ¿Para qué sirve un volante sin coche? 
Carece de valor, propósito, y de utilidad. Sólo encontrarás tu papel en la vida a través de tu relación con Cristo – ¡y con los demás! Escucha: “…no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros” (Romanos 12:4,5). Desconectados de la vida que fluye a través de la congregación (Iglesia Local), deambulamos de un lado para otro y acabamos marchitándonos. Por eso, uno de los primeros síntomas de declive espiritual es la asistencia discontinua a los cultos. Sin una familia de creyentes, eres como un órgano separado del cuerpo, una oveja sin rebaño o un niño sin familia – eres un huérfano espiritual. O peor todavía, eres como un conejo que salta de una congregación (Iglesia Local) a otra, sin identidad, responsabilidad, crecimiento visible o compromiso alguno.
Tu congregación o Iglesia Local es como un aula en la cual aprendes a llevarte bien con la familia de Dios – para practicar el amor desinteresado. Allí puedes aprender a preocuparte por los demás y participar de sus experiencias. Escucha:
“…si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan” (1 Corintios 12:26). Sólo relacionándonos regularmente con otros creyentes ordinarios e imperfectos, podemos disfrutar de un compañerismo real y experimentar la verdad anunciada en el Nuevo Testamento, según la cual podemos ser fructíferos, estar unidos y ser dependientes los unos de los otros.
“…SOIS… CONCIUDADANOS DE LOS SANTOS Y MIEMBROS DE LA FAMILIA DE DIOS…” (Efesios 2:19)
¿Por qué debes pertenecer a una congregación local? Por lo siguiente:

(1) Te ayuda a desarrollar “músculo espiritual”

Escucha: “…todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (Efe. 4:16). Te puede parecer más fácil ser santo cuando no hay nadie a tu alrededor que te ve, pero es una falsa santidad que no fue puesta a prueba. El aislamiento engendra decepción. Es fácil auto-engañarse y creer, cuando nadie nos está desafiando, que somos maduros. La verdadera madurez sólo aparece en las relaciones basadas en el dar y recibir.

(2) Puede impedir que vuelvas a caer

Nadie está libre de caer en la tentación. Dada una situación adecuada, ¡todos somos capaces de fallar por completo! Escucha: “…exhortaos los unos a los otros cada día… para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado… (Hebreos 3:13).
“Ocúpate de tus propios asuntos” no debería formar parte de tu vocabulario. ¡Estamos llamados a estar involucrados los unos en la vida de los otros! Si conoces a alguien que ahora mismo está vacilando espiritualmente, es responsabilidad tuya ir a él/ella y traerlo/la a reunirse con los demás. Santiago escribió: “…si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad. haga volver al pecador del error de su camino…” (Santiago 5:19).
¿Por qué debes pertenecer a una congregación o Iglesia local? Uno de los pastores más conocidos en América contesta: “Porque proporciona un objetivo a nuestra vida, gente con la cual vivir, principios por los cuales vivir, una ocupación para realizar, y fuerza para seguir viviendo. No hay ningún otro sitio en la Tierra donde puedas encontrar todos estos beneficios en un lugar”.

4 Pasos Bíblicos para la renovación espiritual


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“.BUSCÓ A SU DIOS. Y FUE PROSPERADO” (2 Crónicas 31:21)
La situación actual de nuestros países es parecida a la del antiguo Israel. A pesar de todas las bendiciones de Dios, el pueblo le había dado la espalda. Cuando Ezequías, hombre íntegro, subió al trono, puso su corazón en devolver a Dios el lugar de liderazgo que le correspondía en la tierra.

Fíjate en cuatro cosas que hizo:
1) Reabrió las puertas de la casa de Dios y llamó al pueblo para que se arrepintiese y volviese al Señor.
2) Se enfrentó a la corrupción y a la carnalidad, que se habían convertido en un estilo de vida incluso para los líderes y ministros del Señor. Sus palabras fueron rotundas: “…Santificad la casa del Señor, Dios de vuestros padres, y sacad lo inmundo del lugar santo” (2 Corintios 29:5 LBLA). Se parece a los tiempos en los que vivimos, ¿verdad?
3) Reestableció la supremacía de la Palabra de Dios. “…Entraron en el templo del Señor para purificarlo…según las palabras del Señor” (2 Corintios 29:15 NVI). Pastor, la predicación de un domingo por sí sola no lo conseguirá; tendrás que hacer que los tuyos vivan la Palabra a diario.
4) Llamó al pueblo a adorar a Dios. Fue un panorama increíble. “Toda la multitud adoraba, los cantores cantaban y los trompeteros tocaban… todo esto duró hasta consumirse el holocausto” (2 Crónicas 29:28). Los expertos calculan que durante unas tres horas la nación entera estuvo en la presencia de Dios adorándolo. ¿Bendijo Dios los esfuerzos de Ezequías? Veamos: “En todo cuanto emprendió… buscó a su Dios, lo hizo de todo corazón, y fue prosperado”. Y ese mismo es el plan de Dios para la renovación espiritual de los países.

“…EL QUE PROCURE SALVAR SU VIDA, LA PERDERÁ…” (Lucas 17:33)


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¿Recuerdas cuando podías “comer como un caballo” y no se te notaba? ¿O cuando al sonreír, tus arrugas desaparecían en el momento que dejaste de hacerlo? ¡La vejez no es una época para cobardes! Sólo porque estés cerca de “la cumbre del monte”, eso no significa que hayas pasado “tu pico más alto”. No; ¡algunas de las personas de Dios más ancianas están entre los mejores! El Abraham más anciano y apacible era más sabio que el anterior más joven e impetuoso. Caleb estaba derrotando gigantes y reclamando territorio a los 85 años de edad! Ana -una viuda anciana- no se limitó a orar por el Mesías, sino que ¡fue lo bastante sabia para reconocerlo cuando Él llegó! En Patmos, el aislamiento se convirtió en inspiración y el viejo “Juan el Visionario” escribió ¡el último libro de la Biblia!
Douglas MacArthur dijo: “Uno solamente envejece cuando abandona sus ideales. Los años arrugan la piel; rendirse arruga el alma”. Jesús dijo: “…el que procure salvar su vida, la perderá…” (Lucas 17:33). Puedes enfocar la vida de dos maneras: (1) Protegiéndola; (2) Persiguiéndola. “La voz” de la seguridad dice: “Enciende un fuego en el hogar y quédate dentro, allí donde te sientes bien”.
Pero “la voz” de la aventura dice: “Enciende un fuego en tu alma, y después sal y persigue tu pasión”. Algunos ancianos se van a pescar y otros de caza, persiguiendo lo que siempre han querido hacer. Cuando preguntaron a Oliver Wendell Holmes por qué comenzó a estudiar griego a la edad de 94 años, contestó: “Bien, mi buen señor, ¡lo hago ahora o nunca!”.
¿No quieres arriesgarte hoy? Recuerda: las personas sabias no son necesariamente aquellas que tienen más años en su vida, sino aquellas ¡que más vida tienen en sus años!

5 trampas en las que los líderes caen


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“…TE DI… A LAS NACIONES” (Jeremías 1:5)
Si eres un líder, ten presente estas cinco trampas:

(1) La necesidad de abarcarlo todo.

Aquellos que logran mucho, normalmente no lo hacen. ¡Sólo tienen una cosa en la mente! Afanarse por ser capaz de hacerlo todo suena muy bien pero, en realidad, te fuerza a invertir tiempo y energía en áreas donde nunca destacarás.

(2) La autoridad sin la competencia.

Cada líder goza de autoridad en áreas donde tiene poca o ninguna competencia. Cuando trata de ejercitar autoridad en esas áreas, a menudo obstaculiza todo y a todos los que están a su cargo. Para decirlo “sin rodeos”, hay cosas de las que eres responsable pero en las que no deberías intrometerte.

(3) La intoxicación del éxito.

El éxito intoxica y las personas afectadas raramente tienen control firme sobre la realidad. Los líderes asumen con frecuencia que sus competencias fundamentales son más amplias de lo que realmente son. Vemos este rasgo con facilidad en otros, pero es imposible verlo en nosotros mismos. Admitir debilidad no te hace menos efectivo, sólo expresa lo que todos los que están a tu alrededor ya saben desde hace mucho tiempo.

(4) La culpabilidad.

Nos sentimos culpables cuando delegamos las tareas en las somos débiles. Suponemos que todos odian hacer lo que nosotros odiamos hacer. ¡Falso! Delegar permite que otro destaque. Tu debilidad es su oportunidad.

(5) La falta de voluntad para entrenar a otros.

¡Claro que es más fácil hacer las cosas tú mismo! No obstante, el liderazgo no sólo consiste en hacer las cosas bien, sino de hacerlas bien con la ayuda de otros. Si no puedes encontrar a alguien en quien delegar, “mírate al espejo”. Tu gente está exactamente donde tú la has llevado. Si no tienes a nadie en quien delegar, ¿adivina quien tiene que cambiar?

“La Cima Sagrada de Jesús”


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“VIENDO [JESÚS] LA MULTITUD, SUBIÓ AL MONTE…” (Mateo 5:1)
En este versículo en particular, la Biblia no dice que cuando Jesús vio a las multitudes, se sentó en medio de ellas, las sanó y las enseñó. Hubo ocasiones en
que Él hizo todas esas cosas, pero esta vez -antes de enfrentarse a las masas- subió al monte, y antes de ministrar a la multitud, sacó fuerzas del Padre. ¿Has
aprendido ya a hacer eso?
Antes de verte enredado en “los líos” diarios, aparta tiempo para ir a “la cima sagrada”. “¿Qué es eso?”, preguntarás. Es un lugar de estabilidad en medio de un mundo superficial, donde la vista no está obstruida y el ritmo frenético del día a día se deja atrás. Allí obtienes una perspectiva que viene solamente al estar
en la presencia de Dios. En aquel espacio que siempre está a disposición, Jesús te recuerda que no hay nada que vayas a enfrentar hoy de lo que Él no se haya
ocupado ya.

Es fácil reconocer a aquellos que han estado en “la cima”. Sus luchas no son distintas de las tuyas; incluso, sus problemas pueden ser más desafiantes…
Pero ellos tienen una paz interior que no puede ser descarrilada por problemas familiares, preocupaciones por la salud o los déficits presupuestarios.

Tú puedes soportar los momentos difíciles con gracia cuando sabes que “la cumbre” está sólo a la distancia de una oración. Jesús dijo: “Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados, y Yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Haz una pausa hoy. Pon todas las cosas a un lado durante un rato y síguele por “el sendero serpenteante” a “la cima del monte”. Si lo haces, ¡bajarás del “monte” siendo una persona diferente!

“…SATANAS OS HA PEDIDO PARA ZARANDEAROS COMO A TRIGO…” (Lucas 22:31)


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Jesús le dijo a Pedro: “…Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo…”. Así como el trigo es separado de la paja, Satanás quiere separarte de Dios. Una forma de conseguirlo es por medio de la tentación, de manera que aquí hay algunas cosas que debes tener en cuenta:

(1) Cuando caes, no te quedes deprimido.

No aceptes la mentira que dice: “Si de verdad fueras un cristiano, no caerías”. El nacimiento y el crecimiento son procesos distintos. Cuando Jesús te salva, tu espíritu cambia inmediatamente, pero hasta que tus emociones, apetitos y deseos se someten a su Señorío, serás siempre vulnerable. Esto no tiene nada que ver con tu salvación y todo con madurar. La salvación es instantánea, madurar es el trabajo de toda una vida.

(2) Apresúrate en confesar tus pecados.

David dijo: “Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón y salva a los contritos de espíritu” (Salmo 34:21). Dios siempre responde a un corazón arrepentido. Él te irá a buscar en tu peor momento y caminará contigo por medio del valle por donde hasta tus mejores amigos no pueden ir.

(3) Una vez libre, permanece libre.

Cuando sacas una planta con la raíz, puede parecer sana por un tiempo, pero si no la plantas de nuevo en buena tierra y la cuidas correctamente, morirá. Cuando el Señor te libra de algo dañino, es para ponerte en contacto con algo bueno. Él te saca de una mala situación a fin de ponerte en una buena; de otra manera, volverías a buscar tus viejos contactos.
De manera que, ¡cuidado con “el zarandeador”! Sólo triunfarás sobre la tentación si quieres.

Para tu bien y el propósito del Señor


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“…A LOS QUE AMAN A DIOS, TODAS LAS COSAS LOS AYUDAN A BIEN…” (Romanos 8:28)
Algunas de las palabras de la Biblia más malentendidas son estas: “…a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien… a los que conforme a su propósito son llamados. A los que antes conoció, también los predestinó para que fueran hechos conformes a la imagen de su Hijo…” (Romanos 8:28,29). Fíjate bien, no dice: “Dios dispone todas las cosas para que salgan de la manera en que queremos”. Hay muchos finales infelices.
¡Solamente en el Cielo se hace todo a la manera de Dios!
Observa las palabras:
(1) “”…a los que aman a Dios…”. Todas las cosas no obran para bien, a menos que ames al Señor y camines en obediencia a Él.
(2) ”…todas las cosas ayudan a bien…”. Al igual que se necesitan muchos ingredientes para hacer un pastel, incluyendo algunos que no tienen buen sabor, diferentes experiencias son necesarias para hacernos semejantes a Cristo.
(3) ”…a bien…”. Mucho de lo que ocurre en nuestras vidas parece malo en el momento pero, a medida que confiamos en Él, Dios saca algo bueno de ello.
(4) ”…a los que conforme a su propósito son llamados”. ¿Cuál es el propósito más sublime que el Señor tiene para ti? “…que fuera(n)[s] hecho(s) conforme(s) a la imagen de su Hijo…”.
Somos como piedras preciosas talladas por el martillo de la experiencia. Si “el martillo de un joyero” no es lo bastante fuerte para desprender tus bordes ásperos, Dios usará “un mazo”. Y si eres obstinado, Él se servirá de “un martillo percutor”. ¡Él empleará todo lo que sea necesario! Por eso Santiago escribió: “…la prueba de vuestra fe produce paciencia” (Santiago 1:3).

Usa tu “medida de fe”


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“…CONFORME A LA MEDIDA DE FE QUE DIOS REPARTIÓ A CADA UNO” (Romanos 12:3)
La cantidad de fe que Dios te ha dado está en función de la tarea que te haya encomendado. Por lo tanto, cuando te enfrentes a cualquier obstáculo, piensa: ‘Dios me ha dado la fe para manejar esta situación’. No hay nada más importante que tu fe. Jesús le dijo a Pedro: “…Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no falte…” (Lucas 22:31-32). La fe es más importante que el dinero, la carrera, el éxito o la reputación. Puedes perderlo todo, pero si tienes fe, volverás a levantarte. La fe es como tener una línea de acceso directo a Dios: mientras la oración de fe sube, Su poder desciende. Gracias a eso, estás más que capacitado para enfrentar cualquier dificultad; y aunque fracases en algo, todo tendrá remedio mientras mantengas viva la fe.
Por eso Satanás hará todo lo posible para impedir que pases tiempo a diario leyendo las Escrituras. “…La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17). Jesús dijo también: “…Si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: “Pásate de aquí allá”, y se pasará; y nada os será imposible” (Mateo 17.20). Hay obstáculos en la vida que sólo podrán eliminarse con fe; aunque en realidad no necesitas una gran cantidad de ella, sino algo pequeño como un grano de mostaza. Piénsalo bien: el granito de mostaza tiene la capacidad de crecer, superar los obstáculos y convertirse en un árbol enorme. Se levantará de la tierra, subirá por encima de las rocas, se mantendrá firme en medio de las tempestades y soportará las embestidas de las bestias y otras amenazas. Así pues, no es el tamaño de tu fe, sino la calidad, lo que determina los resultados. Por lo tanto, usa “tu medida de fe” hoy.

Cómo Dios provee según la Biblia – Parte 1


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“MI DIOS, PUES, SUPLIRÁ TODO LO QUE OS FALTA…” (Filipenses 4:19)
Dios usará a distintas personas en momentos distintos para satisfacer distintas necesidades en tu vida. Se sirvió del faraón para alimentar a los israelitas.¡Imagínate! Cuando hubo hambre, guió a su pueblo hacia Egipto e hizo que el faraón lo alimentara durante cuatrocientos años. Fíjate en esto: Cuando le pides algo a Dios, no Le digas a quién debe utilizar para dártelo. Escucha las palabras de Jesús: “…rebosando darán en vuestro regazo…” (Lucas 6:38b).
Cuando Dios quiere bendecirte, ¡algunas veces enviará a alguien! Pero si eres demasiado orgulloso como para aceptar su ayuda, no la obtendrás. O si limitas al
Señor a actuar sólo a través de personas que conoces y te gustan, perderás de nuevo “el tren”. Dios se sirvió del faraón porque él no era el tipo de persona
para estar encantado con él. El Señor no quiere que te enganches a nadie más que a Él. Dios te puede bendecir a través de tu jefe, el inspector de hacienda, el
vendedor de coches, el gestor del banco y ¡hasta aquellos que no te tratan bien!

Fue la traición por parte de sus hermanos lo que hizo que José llegase a ser Primer Ministro de Egipto. Gente entrará y gente saldrá de tu vida. Alaba a Dios
cuando lleguen y alaba a Dios cuando se vayan, y recuerda: “Si Él me ha bendecido antes, lo hará de nuevo” – y sigue caminando.

Egipto se convirtió en un problema sólo cuando el pueblo de Dios ¡llevaba allí demasiado tiempo! No te apoyes en otros demasiado tiempo, o llegarás a idolatrar al instrumento de tu bendición, el cual puede acabar controlándote. Esto sería un problema, ya que Dios dijo: “No tendrás dioses ajenos delante de Mí” (Éxodo 20:3).
“¿QUÉ ES ESTO…?” (Éxodo 16:15)
Dios te librará de la dependencia de cualquier otra mano distinta a la suya. Él permitirá al “faraón” que te “alimentó” el año pasado, abusar de ti en éste.
Después te llevará al “desierto” y te enseñará a confiar sólo en Él. Fíjate:

(1) Quizás no reconozcas tu provisión al principio.

La palabra ‘maná’ significa: ’¿Qué es esto?’. Nunca habían visto nada parecido. Aceptarlo requería fe. No temas de algo por no venir “empaquetado” como a ti te gusta. En vez de eso di: ”Señor, si es de acuerdo a tu deseo, lo acepto, estoy agradecido y empezaré vivir de ello”.

(2) Lo primero que debían hacer cada mañana era recoger el maná.

¿Por qué? Porque al mediodía el sol lo derretía. Antes que nada, ve y recoge tu “maná”. Aliméntate con la Palabra de Dios antes de que el enemigo tenga oportunidad de golpearte. Después de hacerlo, ya puedes enfrentarte a cualquier cosa que te traiga el día.

(3) Recibes de acuerdo a tus necesidades, no a las de tu vecino.

Dios no te va a bendecir para que puedas competir con tu vecino de “la tienda” de al lado; si él tiene más hijos que alimentar, recibirá más “maná”. Deja de medir tus bendiciones con las de los demás. Tus bendiciones dependen de dos cosas: (a) La cantidad que necesitas para realizar lo que el Señor te ha encomendado; (b) El grado en que Dios te las pueda confiar. Así que deja de comparar y quejarte de lo que Él da a tu vecino, y empieza agradecer el “¿qué es esto?” que el Señor ha puesto a “la entrada de tu tienda”.

Cómo Dios provee según la Biblia – Parte 2


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“EL MANÁ CESÓ…” (Josué 5:12)
Escucha: “Al otro día… comieron de los frutos de la tierra, panes sin levadura y… espigas secas tostadas” (Josué 5:11). ¿Cómo consigues pan y grano?
¡Produciéndolo! Dios estaba diciendo: “Yo puedo proveer por medio de hombres o enviarlo del Cielo, pero ahora quiero bendecir el trabajo de vuestras manos”.
Algunos de nosotros nos desmoronamos cuando “el maná” cesa. “Señor, ¿qué pasa? ¡Ya nadie me ayuda!”. No pasa nada; es que, es tiempo de crecer y empezar a creer que Dios te va a bendecir de manera que puedas llegar a ser bendición para otros, en vez de estar pidiéndole al Señor que bendiga a otros para que puedan cuidar de ti. Es hora de descubrir tus dones y empezar a usarlos. ¡No necesitas a Dios o nadie más que haga lo que puedes hacer tú mismo!
No hace falta que tengas mucho talento en “el desierto”, tan sólo fe en recibir tu próxima “comida”. En esencia, lo que Dios le dijo a su pueblo fue: “Cuando lleguéis a esta tierra, quiero que viváis de tal manera que el resto del mundo ‘tome nota’ y empiece a preguntarse: ¿qué tienen ellos que nosotros no tenemos?”. En vez de que vayamos al mundo en busca de consejo, ¡”el mundo” debería venir a nosotros por el! Jesús dijo: “Vosotros sois la luz del mundo…” (Mateo 5:14). Eso significa que tú deberías ser el estudiante, empleado, líder, padre o la madre más brillante que hay. Dios le dijo a su pueblo: “Todas las naciones os dirán bienaventurados…” (Malaquías 3:12). ¿A quién se refiere? ¡A aquellos que desentierran sus talentos, los ponen a funcionar y honran a Dios en todo lo que hacen!
“…VOSOTROS LOS COMERÉIS COMO PAN” (Números 14:9)
Escucha: “Y Josué… y Caleb… dijeron a toda la congregación de los hijos de Israel… ni temáis al pueblo de esta tierra; pues vosotros los comeréis como pan” (Números 14:6,7,9b). ¡Hay comida y bendiciones en la batalla! Puedes alcanzar la madurez al alimentarte de lo que tus enemigos te arrojan. Las promesas de Dios son “(A)[a]l vencedor…” (Apocalipsis 3:21).
Pero Israel no quería luchar. De hecho, quiso apedrear a los que le sacó de su confort. Como resultado, el Señor dijo: “…ninguno de los que Me han irritado la verá” (Números 14:23). El mayor dolor de Dios es ser puesto en duda. Con un historial como el suyo, ¿te extraña? ¿Somos nosotros muy distintos a los israelitas? Antes de contestar, que sepas con toda claridad que hay tres cosas contra las que siempre tendrás que luchar:
(1) Querer quedarte donde estás, porque para ir donde Dios quiere que vayas tienes que enfrentar tus miedos más profundos y tener victoria sobre las viejas costumbres que el enemigo ha puesto entre ti y tu destino.
(2) En vez de tener confianza en lo que Dios ha hecho ya por ti, “te haces el loco” poniendo en duda Su veracidad…
(3) Aunque sabes que el enemigo está usurpando tu propiedad y desafiándote para que hagas algo al respecto, no te atreves luchar. Mañana hablaremos de los enemigos dentro de tu tierra, pero ahora mismo debes mirar en tu interior y empezar a enfrentarte a aquellos que son capaces de impedir que entres y disfrutes de lo que el Señor tiene para ti.

Cómo Dios provee según la Biblia – Parte 3


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Cómo Dios provee según la Biblia –

Parte 3…A MI SIERVO CALEB, POR CUANTO LO HA ANIMADO OTRO ESPIRITU Y DECIDIÓ IR DETRÁS DE MÍ, YO LO HARÉ ENTRAR EN LA TIERRA…² (Números 14:24)

Caleb tenía “otro espíritu”, uno que osaba desafiar al enemigo y decirle:…(l)os comer(éis)[emos] como pan (Números 14:9b). En vez de intimidarte, las amenazas del enemigo deberían “alimentarte” y hacerte decir: Acércate; cuando el polvo se pose, saldré más fuerte aun que cuando entré.
¿Has visto alguna vez cómo los aviones de combate repostan en vuelo? ¡Nuestro Dios hace lo mismo! Justo cuando piensas: “No sé cuanto tiempo más podré aguantar”, el Espíritu Santo viene a tu lado, te sujeta, te llena “el depósito” y hace de ti una amenaza aun mayor para tu enemigo. Ya es hora de que entiendas cuánto te teme el enemigo, y dejes de batirte en retirada, esconderte o intentar negociar una tregua con él.
Antes de que los ejércitos de Josué conquistasen Jericó, Rahab les dijo a los espías: “…hemos oído que el Señor hizo secar las aguas del Mar Rojo delante de vosotros…” (Josué 2:10). ¡Tu reputación te precede! El enemigo sabe que estás llamado a ser bendecido. Él teme cada movimiento tuyo; ¡de esto va la batalla! Sólo tienes que seguir luchando. Cuando Dios está de tu lado, los obstáculos se convierten en ¡oportunidades para crecer! Escucha: (a) “…el Dios de paz aplastará muy pronto a Satanás bajo vuestros pies” (Romanos 16:20); (b) “Os doy potestad… sobre toda fuerza del enemigo… (Lucas 10:19); (c) “…mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo” (1 Juan 4:4). ¡Y hay muchas más promesas aún donde proceden éstas!
“…EL SEÑOR ESTÁ CON NOSOTROS: NO LOS TEMÁIS” (Números 14:9b)
El Israel moderno está todavía luchando por la tierra que Dios le dio hace años ­ un lugar de provisión permanente y de bendiciones de pactos tan influyentes que siguen en portada de todos los periódicos. Lo que antes era un lugar físico en el Antiguo Testamento, ahora es, además, un lugar espiritual donde cada hijo redimido de Dios está llamado a morar. ¡Pero todavía hay lucha! “El diablo no me está molestando”, puedes decir. Esto sea quizás porque ¡no eres amenaza para él! En el momento en que tomes al Señor en serio, ¡estás involucrado en la lucha! ¿Pensabas que el diablo te iba a mandar un mensaje de enhorabuena? No, escucha: “…nos recomendamos en todo como ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias, en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelos, en ayunos; en pureza, en conocimiento, en tolerancia, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor sincero; en palabra de verdad, en poder de Dios y con armas de justicia a diestra y a siniestra; por honra y por deshonra, por mala fama y por buena fama; como engañadores, pero veraces; como desconocidos, pero bien conocidos; como moribundos, pero llenos de vida; como castigados, pero no muertos; como entristecidos, pero siempre gozosos; como pobres, pero enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, pero poseyéndolo todo² (2 Corintios 6:4-10).
Vuelve atrás y relee estas palabras varias veces. ¿Por qué? Porque son requisitos básicos para cada ciudadano que quiera disfrutar de los beneficios del Reino de Dios.

NO SEAS UN HIJO PRODIGO


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“UN HOMBRE TENÍA DOS HIJOS…” (Lucas 15:11)
El Hijo Pródigo cometió los siguientes errores – ¡asegúrate de no hacerlas tú también!

(1) Él quiso controlar su propio futuro.

El primer paso hacia los problemas siempre es el que nos aleja de Dios. Como el Hijo Pródigo, abandonamos nuestro hogar diciendo: “Padre, dame”. Después, si somos lo suficientemente afortunados para sobrevivir a “nuestra fantástica mejor idea”, volvemos diciendo: “Padre, perdóname”

(2) No se metió en problemas hasta que dejó la casa de su padre.

Satanás hará todo lo que sea para alejarte de la influencia y protección de Dios. Él pondrá un “espíritu inquieto” sobre ti para que nada te mantenga feliz y ruedes como una piedra (“Rolling Stone”) cantando: “I can’t get no satisfaction” (No puedo conseguir satisfacción). Los dos “lugares bendecidos” de donde tratará de sacarte en particular son:
(a) Tu matrimonio: Por eso hace falta trabajar constantemente en él. La única razón por la que hay maleza en lugar de rosas en tu jardín es porque no pasas suficiente tiempo cuidándolo. ¡Hola! Tu matrimonio no es solamente un pacto ante Dios, es un refugio para tus pasiones y disfunciones;
(b) Tu congregación: ¿Quién te está alimentado? ¿Quién está vigilando tu crecimiento espiritual? ¿Dejarías que tus hijos se quedaran en casa porque no les gusta el profesor o no quieren aprender? Hay cosas que Dios te dirá en la congregación que no te dirá en ningún otro lugar. Jeremías dijo que la Palabra de Dios era “…como un martillo que quebranta la piedra…” (Jeremías 23:29b). Debes asegurarte de que cuando “el martillo” “cae” los domingos, ¡estás debajo de él!
“UN HOMBRE TENÍA DOS HIJOS…” (Lucas 15:11)

El Hijo Pródigo quiso tener su herencia antes de estar preparado para tenerla.

Para saber si algo es bueno para ti, debes saber de dónde viene ese deseo. Unos padres amorosos no les dan cosas a sus hijos porque lloran, sino que les recompensan por actuar responsablemente. Ellos saben lo que es apropiado para su edad. ¡Y Dios es un Padre amoroso! Todos sabemos de buenas y bien intencionadas personas cuyos dones les hacen destacar, sólo para verlas devastadas a causa de algún área de sus vidas que no ha sido disciplinada. Así que, escucha a tu Padre celestial y ¡no abandones tu hogar hasta que Él diga que estás listo!
El enemigo va detrás de tus bienes. Escucha: “…y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente” (Lucas 15:13b). Presta atención a las palabras “sus bienes”. El enemigo quiere más que tus posesiones, quiere arrebatarte tu integridad, tu auto-estima, tu deseo para quedarte en casa, y tu propósito. Hijo Pródigo, si no cambias de sentido, ¡puedes perder hasta el deseo de vivir! Como un pinchacito en una rueda, puedes ir a algunos sitios y sin embargo, no darte cuenta que estás a tan sólo unos cuantos pasos de “la pocilga de cerdos”. “¿Cómo sabré cuando estoy ahí?”, preguntarás. Escucha: “…fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual lo envió a su hacienda para que apacentara cerdos” (Lucas 15:15). Presta atención a las palabras ‘se arrimó’. Si quieres saber donde estás espiritualmente hablando, mira a tu alrededor. ¿Con quién hablas? ¿Quién es el que te habla más? ¿Con quién estás?
Pero hay esperanza; cuando el Hijo Pródigo volvió, su padre estaba a la espera; ¡el tuyo también lo está! Tan sólo, ¡vuelve pronto!
“VOLVIENDO EN SÍ…” (Lucas 15:17)
Mark Twain dijo que cuando tenía 14 años, su padre era tan ignorante que casi no podía soportarle. Pero cuando tenía 21, estaba asombrado de cuánto el anciano
había aprendido en los últimos siete años. Dios sabe más que tu. David dijo:
“…el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida…” (Salmo 23:6). Cuantas más vidas veas arruinadas a causa de malas decisiones, más dirás: “Sólo la bondad y la misericordia de Dios me guardaron de eso”.
Mira al Hijo Pródigo: de una de las mejores familias del pueblo, sin dinero, sin amigos, alimentándose de la comida para los cerdos [algarrobas] – intentando satisfacer un hambre lícito de una forma ilícita. Por eso nos enredamos en líos extra-matrimoniales, nos metemos en juergas borracheras, estafamos a otros, o nos machacamos trabajando hasta “reventar”, sacrificando a nuestras familias mientras tanto. Entienda esto: hay un vacío en ti creado por Dios que sólo Él puede llenar.
Por fin, cayó en la cuenta: “volvi(endo)[ó] en sí…” (Lucas 15:17). Si le dejaras a Él, Dios te detendrá en el momento más difícil de tu vida. Él te recordará quién eres y a dónde perteneces. Te darás cuenta del fango en el que te estás revolcando, los falsos amigos, los logros vacíos, y la gente de tu alrededor que no es más feliz que tú. Si estás ahí ahora mismo, vuelve a casa.
Tu Padre está esperando para “borrar tu currículum”. Él todavía te ama. La mesa está puesta y tu asiento reservado. No has ido demasiado lejos – ¡aún! Dile al
diablo: “He cambiado de opinión”, y ¡vuelve mientras que aún puedes!

Jesús: ¿el único camino?

Jesús: ¿el único camino? 
Todo pecado nos aparta de Dios, aún una “pequeña mentirita blanquita.” Todos hemos pecado, y ninguno es lo suficientemente bueno como para ir al cielo por sí mismo (Romanos 3:23).
A menudo escuchamos estas respuestas de la gente: “Básicamente soy una buena persona, tanto que iré al cielo.” “Bueno, hago algunas cosas malas, pero hago más cosas buenas, así que iré al cielo.” “Dios no va a enviarme al infierno solamente porque no vivo pegado a la Biblia. ¡Los tiempos han cambiado!” “Solamente la gente verdaderamente mala, como los que abusan sexualmente de niños, y los asesinos van al infierno.”

Todos estos son conceptos comunes entre la mayoría de la gente, pero la verdad es que todos son mentiras.
Satanás, el gobernador del mundo, fabrica estos pensamientos en nuestras cabezas. Él, y cualquiera que sigue sus caminos, es un enemigo de Dios (1 Pedro 5:8).
Satanás siempre se disfraza de bueno (2 Corintios 11:14), pero él tiene control sobre todas las mentes que no pertenecen a Dios. “Satanás, el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4:4).
Es una mentira creer que Dios no tiene cuidado de los pecados pequeños, y que el infierno está reservado sólo para la “gente mala.”
Todo pecado nos aparta de Dios, aún una “pequeña mentirita blanquita.” Todos hemos pecado, y ninguno es lo suficientemente bueno como para ir al cielo por sí mismo (Romanos 3:23).
Entrar al cielo no se basa en que lo bueno pesa sobre lo malo; todos vamos a perder si ese es el caso. “Y si son salvos por el favor de Dios, entonces no es por sus buenas obras. En ese caso, el maravilloso favor de Dios no sería lo que es en realidad – gratuito e inmerecido” (Romanos 11:6). No podemos hacer nada bueno para ganar nuestro camino al cielo (Tito 3:5).
“Entrad al reino de Dios por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella” (Mateo 7:13).
Aún si cada uno vive una vida de pecado, y confiar en Dios no es popular, Dios no va a disculparlo. “Solía vivir justamente como el resto del mundo, lleno de pecado, obedeciendo a Satanás, el príncipe de la potestad del aire. El es el espíritu que ahora obra en los corazones de aquellos que rehúsan obedecer a Dios” (Efesios 2:2).
Cuando Dios creó el mundo, éste era perfecto. Todo era bueno. Entonces creó a Adán y a Eva, y les dio libre albedrío, de manera que pudieran escoger seguir y obedecer a Dios o no. Pero Adán y Eva, los primeros seres que Dios creó, fueron tentados por Satanás para desobedecer a Dios, y pecaron.
Esto los separó (y a todo el que vino después de ellos, incluyéndonos a nosotros) de estar en capacidad de tener una relación cercana con Dios.
Él es perfecto y no puede estar entre el pecado. Como pecadores, no podríamos santificarnos a nosotros mismos. De manera que, Dios hizo un camino para que pudiéramos estar unidos con Él en su Reino.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).
“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23).
Jesús nació para enseñarnos el camino, nació para morir por nuestros pecados en lugar de nosotros, y de esta manera poder ser liberados. Tres días después de Su muerte, Jesús se levantó de la tumba (Romanos 4:25), probando Su victoria sobre la muerte. Él llenó el vacío entre Dios y el hombre, a fin de que podamos tener una relación personal con Él si solamente creemos.
“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien has enviado” (Juan 17:3).
La mayoría de la gente cree en Dios, incluso Satanás cree. Pero para recibir la salvación, debemos volvernos a Dios, formar una relación personal con Él, apartarnos de nuestros pecados y seguirle.
Debemos confiar en Jesús con todo lo que tenemos y todo lo que hacemos. “Se ha manifestado la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para que quite nuestros pecados. Y todos podemos ser salvos de esta manera, sin importar quienes somos o qué hayamos hecho” (Romanos 3:22).
La Biblia enseña que no hay otro camino para la salvación sino a través de Cristo. En Juan 14:6 Jesús dice, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”
Jesús es el único camino de salvación porque es el único que puede pagar nuestra penalidad por el pecado (Romanos 6:23).
Ninguna religión enseña la gravedad o seriedad del pecado y sus consecuencias. Ninguna religión ofrece el pago infinito del pecado que solamente Jesucristo puede proveer.
Ningún otro “fundador religioso” fue Dios que se hizo hombre (Juan 1:1,14) – la única manera en que una deuda infinita pudo ser pagada.
Jesús tenía que ser Dios, a fin de que pudiera pagar nuestra deuda. Jesús tenía que ser hombre para que pudiera morir.
¡La salvación está disponible solamente a través de la fe en Jesucristo! “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).


¿Es la moral relativa?

¿Es la moral relativa? 
El argumento principal al que apelan los relativistas, es el de la tolerancia. Ellos afirman que el decirle a alguien que su moralidad es incorrecta, es intolerancia, y el relativismo tolera todas las perspectivas. 

El relativismo moral es entendido más fácilmente en comparación con el absolutismo moral.
El absolutismo afirma que la moralidad depende de principios universales (leyes naturales, conciencia. . . la regla de Oro si se quiere).
Los cristianos absolutistas creen que Dios es la fuente última de nuestra moralidad común, y que por lo tanto es tan inamovible como lo es Él.
El relativismo moral, asegura que la moralidad no está basada en ninguna norma absoluta. Más bien en “verdades” éticas que dependen de la situación, cultura, sentimientos propios, etc., El relativismo moral es  popular  en nuestros días, pero ¿que sea popular significa que es correcto?.
Hay muchos argumentos para el relativismo; sin embargo, pueden decirse muchas cosas de todos ellos que demuestran su dudosa naturaleza.
Primero, mientas que muchos de los argumentos usados en el intento de sustentar estas varias afirmaciones pueden sonar bien en principio, hay una contradicción lógica inherente en todas ellas porque todas ellas proponen el esquema moral “correcto” – aquel que todos debemos seguir. Pero esto en sí mismo es absolutismo.
Segundo, aún los autollamados relativistas rechazan el relativismo en la mayoría de los casos – ellos no dirían que un asesino o secuestrador está libre de culpa en tanto no viole sus propias normas.
Tercero, el hecho mismo de que tenemos palabras tales como “correcto,” “incorrecto,” “deber,” “mejor;” etc. Muestra que estas cosas existen.
Si la moralidad fuera verdaderamente relativa, estas palabras no tendrían significado – diríamos, “Siento que eso es malo,” no “Eso está mal.”
Los relativistas pueden argumentar que diferentes valores entre diferentes culturas, muestran que la moral es relativa para diferente gente. Pero este argumento confunde las acciones de individuos (lo que hacen) con las normas absolutas (si es que debieran hacerlo).
Si la cultura determina lo correcto y lo incorrecto, ¿cómo habríamos podido juzgar a los Nazis? Después de todo, ellos ‘estaban siguiendo la moral de su cultura’… Los Nazis hicieron mal, sólo si el asesinar está considerado universalmente incorrecto.
El hecho de que ellos tuvieran “su moral” no lo cambia. Más aún, aunque mucha gente tenga diferentes opiniones de la moralidad, aún así comparten una moral común.
Por ejemplo, quienes están a favor y en contra del aborto, concuerdan en que el homicidio es incorrecto, pero difieren en si el aborto es o no homicidio. Así que aún aquí la moralidad universal absoluta demuestra que es una verdad.
Algunos afirman que situaciones cambiantes hacen cambios en la moralidad – en situaciones diferentes, diversos actos podrían ser calificados como incorrectos en otras situaciones. Pero hay tres cosas por las cuales debemos juzgar una acción: la situación, el acto, y la intención.
Por ejemplo, podemos condenar a alguien por intento de homicidio (intento) aún si es que fallan (acto). Así que las situaciones son parte de la decisión moral, porque ellas disponen el contexto para elegir la acción moral específica (la aplicación de principios universales).
El argumento principal al que apelan los relativistas, es el de ‘la tolerancia’.
Ellos afirman que el decirle a alguien que su moralidad es incorrecta, es ‘intolerancia’, y el relativismo ‘tolera todas las perspectivas’. Pero esto es simplemente un engaño.
Primero que nada, el mal nunca debe ser tolerado. ¿Deberíamos tolerar la perspectiva de un violador de que las mujeres son objetos de gratificación para ser abusados?
Segundo, es auto-contradictorio porque los relativistas no toleran la intolerancia o el absolutismo.
Tercero, el relativismo no puede explicar por qué cualquiera deba ser tolerante en primer lugar. El hecho mismo de que debamos tolerar a la gente (aún cuando no estemos de acuerdo) está basado en una regla de moral absoluta por la que debemos siempre tratar justamente a la gente – pero ¡eso es nuevamente absolutismo! De hecho, sin principios morales universales, no puede haber bondad.
El hecho es que toda la gente nace con una conciencia y todos sabemos instintivamente cuando hemos hecho algo malo o cuando se lo hemos hecho a otros.
Actuamos como si esperáramos que los demás lo reconocieran como algo bueno. Aún como niños, sabíamos la diferencia entre “justo” e “injusto.”
Se necesita una mala filosofía para convencernos de que estamos equivocados.

¿Existe vida después de la muerte?


¿Existe vida después de la muerte? 
La Biblia nos dice que no solamente hay vida después de la muerte, sino que hay una vida eterna tan gloriosa que “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1ª Corintios 2:9). 

La existencia de la vida después de la muerte es una pregunta universalmente hecha por la humanidad.
Job habló por todos nosotros cuando preguntó, “El hombre nacido de mujer, corto de días y hastiado de sinsabores, sale como una flor y es cortado, y huye como la sombra y no permanece…si el hombre muriere, ¿volverá a vivir?” (Job 14:1-2, 14).
Como Job, casi todos nosotros hemos sido desafiados por esta pregunta.
¿Qué exactamente nos sucede después de morir?
¿Dejamos de existir simplemente?
¿Es la vida una puerta giratoria de la que se sale y se regresa a la tierra a fin de alcanzar la grandeza personal?
¿Van todos al mismo lugar, o vamos a diferentes lugares?
¿Hay realmente un cielo y un infierno?
La Biblia  dice que no solamente hay vida después de la muerte, sino que hay una vida eterna tan gloriosa que “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1ª Corintios 2:9).
Jesucristo  vino a la tierra para darnos este don de la vida eterna. “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5).
Jesús asumió el castigo que cada uno de nosotros merecemos, y sacrificó su vida misma. Tres días después, Él se mostró victorioso sobre la muerte al levantarse de la tumba. Permaneció sobre la tierra por cuarenta días y fue visto por miles de personas antes de ascender al cielo.
Romanos 4:25 dice, “El cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.”
La resurrección de Cristo fue un evento bien documentado.
El Apóstol Pablo desafió a la gente a cuestionar a los testigos oculares acerca de la validez de la resurrección, y nadie fue capaz de impugnar esta verdad. La resurrección es la piedra angular de la fe Cristiana; porque Cristo resucitó de la muerte, podemos tener fe de que también seremos resucitados.
La resurrección de Jesucristo es la prueba definitiva de la vida después de la muerte.
La muerte física vino a través de un hombre, Adán, con quien todos estamos relacionados. Pero todos los que hemos sido adoptados en la familia de Dios a través de la fe en Jesucristo, recibiremos vida nueva (1ª Corintios 15:20-22).
Así como Dios levantó el cuerpo de Jesús, así nuestros cuerpos serán resucitados cuando vuelva Jesús (1ª Corintios 6:14).
Aunque eventualmente todos resucitaremos,
 no todos irán al cielo.
En esta vida, cada persona debe tomar una decisión, y esto determinará su destino eterno. La Biblia dice que está establecido para nosotros morir una sola vez, y después de eso viene el juicio (Hebreos 9:27).
Aquellos que han sido hechos justos por la fe en Cristo irán a la vida eterna en el cielo, pero los que rechazan a Cristo como su Salvador serán enviados al castigo eterno del infierno (Mateo 25:46).
El infierno, al igual que el cielo, no es solamente un estado de existencia, sino un lugar literal y muy real. Es un lugar en donde los injustos experimentarán la eterna ira de Dios sin fin. Ellos soportarán tormentos emocionales, mentales y físicos, sufriendo conscientemente de la vergüenza, remordimiento y desprecio. El infierno se describe como un abismo interminable (Lucas 8:31, Apocalipsis 9:1), y un lago de fuego, que arde con sulfuro, en donde los habitantes serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos (Apocalipsis 20:10).
En el infierno, habrá el lloro y el crujir de dientes, dando inicio a pena intensa y cólera (Mateo 13:42). Este es un lugar “donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga” (Marcos 9:48).
Dios no quiere la muerte del impío, sino que se vuelva de su camino malvado para que viva (Ezequiel 33:11).
Pero Dios no va a forzarnos a la sumisión. Si escogemos rechazarlo, Él acepta nuestra decisión de vivir apartados de Él eternamente. La vida sobre la tierra es una prueba – una preparación para lo que ha de venir.
Para los creyentes, es la vida eterna en la presencia inmediata de Dios. Para los incrédulos, la vida después de la muerte es una eternidad en el lago de fuego.
¿Cómo podemos recibir la vida eterna y evitar una eternidad en el lago de fuego?
Hay solamente una manera – a través de la fe y confianza en Jesucristo. Jesús dijo, “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá, Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente…” (Juan 11: 25-26).
El don gratuito de la vida eterna está disponible para todos.
“El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3:36).
No nos será dada la oportunidad de recibir el regalo divino de la vida eterna después de la muerte. Nuestro destino eterno es determinado durante la vida aquí en la tierra, por nuestra recepción o rechazo de Jesucristo.
“He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.” (2 Corintios 6:2)
Si confiamos en la muerte de Jesucristo como el pago por nuestro pecado contra Dios, se nos garantiza no solamente una vida significativa sobre la tierra, sino también vida eterna después de la muerte en la presencia gloriosa de Cristo.
Si usted desea aceptar a Jesucristo como su Salvador, aquí está una oración modelo. Recuerde, hacer esta oración o cualquier otra, no lo va a salvar. Es solamente el confiar en Cristo lo que le puede librar del pecado. Esta oración es simplemente una manera de expresar a Dios su fe en Él, y agradecerle por proveerle la salvación:
“Padre, sé que he pecado contra ti y merezco castigo. Pero Jesucristo tomó el castigo que yo merecía, de manera que a través de la fe en El yo pueda ser perdonado. Me aparto de mi pecado y pongo mi confianza en Ti para la salvación. ¡Gracias por Tu maravillosa gracia y perdón – el don de la vida eterna! En el nombre de Jesucristo, ¡Amén!”

¿Por qué Dios en el Antiguo Testamento es tan diferente al que es en el Nuevo Testamento?


¿Por qué Dios en el Antiguo Testamento es tan diferente al que es en el Nuevo Testamento? 
Ambos, el Antiguo y el Nuevo Testamentos nos fueron dados para “hacernos sabios para la salvación” (2 Timoteo 3:15).
El hecho de que la Biblia sea la revelación progresiva de Dios Mismo, a través de eventos históricos y a través de Su relación con la gente a lo largo de la historia, puede contribuir a la idea errónea de las personas acerca de cómo es Dios distinto en el Antiguo Testamento, comparado con su actuación en el Nuevo Testamento.
Sin embargo, cuando uno lee ambos, el Antiguo y el Nuevo Testamento, se hace rápidamente evidente que Dios no es diferente de un Testamento a otro y que la ira de Dios y Su amor están revelados en ambos Testamentos.
Por ejemplo, a través del Antiguo Testamento, se declara que Dios es “misericordioso y piadoso, lento para la ira y grande en misericordia y verdad” (Éxodo 34:6; Números 14:18; Deuteronomio 4:31; Nehemías 9:17; Salmo 86:5, Salmo 86:15, Salmo 103:8-14, Salmo 108:4; Salmo 145:8; Joel 2:13).
Aún así, en el Nuevo Testamento, El amor y la bondadosa misericordia de Dios están más fuertemente manifiestos a través del hecho de que “… de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en ÉL cree no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16).
A lo largo del Antiguo Testamento, vemos también a Dios tratando con Israel de manera muy parecida a la de un amoroso padre tratando con su hijo. Cuando ellos deliberadamente pecaban contra Él y comenzaban a adorar a los ídolos, Dios los castigaba, y aún así una y otra vez Él los liberaba una vez que se arrepentían de su idolatría.
Esto se parece mucho a la manera como vemos a Dios tratando con los cristianos en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, Hebreos 12:6 nos dice que “…el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo.”
Igualmente, vemos a través de todo el Antiguo Testamento el juicio y la ira de Dios derramarse sobre los pecadores no arrepentidos; de manera similar, en el Nuevo Testamento, vemos el juicio de Dios en acción “…la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad” (Romanos 1:18)
Aún con solo una rápida leída del Nuevo Testamento, notamos que Jesús habla más del infierno que del cielo. Así vemos claramente, que Dios no es más diferente en el Antiguo Testamento de lo que es en el Nuevo Testamento.
Dios, por Su misma naturaleza es inmutable (sin cambio). Y aunque veamos un aspecto de Su naturaleza revelada en ciertos pasajes de la Escritura más que otros, Él en Sí mismo, no cambia jamás.
Cuando uno realmente comienza a leer y estudiar la Biblia, aprecia claramente que Dios no tiene ninguna diferencia entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento.
Aunque la Biblia realmente es el conjunto de sesenta y seis libros individuales, escritos en dos (o posiblemente tres) continentes, en tres diferentes idiomas, a través de un período de aproximadamente 1500 años, y escrita por más de 40 autores (procedentes de diferentes estratos sociales y culturales), sigue siendo un libro con un contenido de perfecta unidad y sin contradicciones de principio a fin.
En él vemos como un Dios amoroso, misericordioso y justo, trata con el hombre pecador en toda clase de situaciones.
La Biblia es una carta de amor a la humanidad. El amor de Dios por Su creación y especialmente por el hombre, es evidente a través de toda la Escritura.
Por toda la Biblia vemos el amoroso y misericordioso llamado de Dios a la gente, invitándola a una relación especial con Él, no porque ellos la merezcan, sino porque Él es un Dios de misericordia, lento para la ira y grande en bondadoso amor y verdad.
También vemos a un Dios santo y justo, que es el Juez de todos los aquellos que desobedecen Su palabra y se niegan a adorarlo, que en vez de eso se vuelven a adorar a dioses de su propia creación, venerando a ídolos y otros dioses en lugar de adorar al único y verdadero Dios (Romanos 1).
Por el carácter santo y justo de Dios, todo pecado pasado, presente y futuro debe ser juzgado.
Aún así, Dios en Su infinito amor, ha provisto el pago por el pecado y un camino de reconciliación, para que el hombre pecador pueda escapar de Su ira.
Vemos esta maravillosa verdad en versos como 1 Juan 4:10 “En esto consiste el amor; no es que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros, y envió a Su Hijo en propiciación por nuestros pecados”.
En el Antiguo Testamento, Dios proveyó un sistema de sacrificios, donde podía hacerse expiación por el pecado, pero este sistema fue sólo temporal y simplemente apuntaba a la futura venida de Jesucristo, quien moriría en la cruz para hacer definitivamente una expiación sustitutiva y total por el pecado.
El Salvador que fue prometido en el Antiguo Testamento, es más ampliamente revelado en el Nuevo Testamento y la última expresión del amor de Dios al enviar a Su Hijo Jesucristo, es revelada aquí en toda su gloria.
Cuando los estudiamos con más detenimiento, se hace evidente que Dios no es más diferente en el Nuevo Testamento de lo que era en el Antiguo Testamento.

¿Por qué Jesús bajó al infierno si era un hombre perfecto?

 ¿Por qué Jesús bajó al infierno si era un hombre perfecto? 

Primeramente es necesario establecer que la Biblia JAMÁS dice que Jesús bajó al infierno, esa es una doctrina de los romanistas, y como muchas otras que sostiene ese credo, no se encuentra en las Sagradas Escrituras.
Lo que la Biblia afirma es que Jesús descendió al Hades:
(Hch. 2:27) “Porque no dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que tu Santo vea corrupción”. (Hch. 2:31-32 “viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción. A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos”.
Muchos han sido los teólogos que han pretendido dar una interpretación muy particular de lo que significa ese lugar. Pero yo me quedo con la que entregó el Señor Jesucristo:
Lc. 16:19-26 (Jesús dijo:) “Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá”.
Los retractores de esta enseñanza del Señor Jesucristo, pretenden desacreditar este pasaje de la Biblia sosteniendo que se trata de una parábola. Pero la verdad es que aunque consistiera en una parábola, en nada resta su validez y autoridad divina, porque las parábolas fueron dichas por el Señor Jesucristo para revelarnos verdades celestiales, a través de hechos terrenales.
Y en este punto es necesario aclarar ¿Qué es una parábola? Parábola es una historia de sucesos terrenales que se añade al relato para explicar cosas espirituales. Nunca incluye nombres de personas, porque representa situaciones generales de la vida diaria. Por ejemplo: Un sembrador, el buen samaritano, los dos deudores, etc. Sin embargo aquí en Lucas. 16: 20 especifica que era un mendigo que se llamaba Lázaro. Y la situación se desarrolla en la eternidad, no acá en la tierra.
Pero como decía anteriormente, en nada hace perder su brillo y verdad, que este relato que hace el Señor consista en una parábola o en un hecho real que él cual Hijo eterno de Dios fue testigo, porque la enseñanza del pasaje es muy evidente.
El Hades era el lugar donde iban las almas de todos los muertos antes de la cruz de Cristo, pero que tenía dos compartimentos muy definidos, y separados uno del otro de una forma inalcanzable para pasar de un lado al otro.
Un lado, el de tormento, era el destino de todos los que morían en sus propios pecados. La otra sección era el lugar de consolación, donde fue Lázaro, llamado también el Paraíso.
La palabra “Seol” proviene del hebreo y el vocablo “Hades” del griego. Ambos significan exactamente lo mismo: “Lugar donde moran los espíritus que se han separado de sus cuerpos a consecuencia de la muerte física” No es la morada eterna de ellos.
LUGAR DE TORMENTO. Algunos ejemplos bíblicos de los que partieron a ese lugar.
Nm.16:30 y 33 (Los que pecaron y se levantaron contra Moisés, Dios los hizo descender vivos al Seol).
Salmos 9:17 “Los malos serán trasladados al Seol”.
Job 24:18/19 “Así también el Seol a los pecadores”.
Salmos  55:15 “Desciendan vivos al Seol, porque hay maldades en sus moradas”.
Proverbios 7:27 “(La ramera) camino al Seol es su casa”.
DESTINO DE LOS CREYENTES DE LA ANTIGUA DISPENSACIÓN que fueron a ese lugar (antes de la resurrección del Señor Jesucristo). Conocido también como lugar de consuelo, Seno de Abraham o Paraíso, que aunque formaba parte integrante del Hades, estaba absolutamente separado del lugar de tormento.
Génesis 37:35 -Jacob
Isaías 38:10 -Rey Ezequías
Salmos 16:10 -David
Lucas 16:22/23 -Lázaro
Lucas  23:43 -El ladrón arrepentido y Jesús (Hch.2:31).
El Hades tenía dos secciones muy diferentes. El Señor lo describe de una forma muy precisa en la historia del Rico y Lázaro de Lucas 16. Los creyentes del Antiguo Testamento miraban el Seol con temor y esperaban salir de allí un día. Creían en la resurrección del cuerpo.
Daniel 12:2 “Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua”.
Job 19:25 “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios”.
Salmos 16:10 “No dejarás mi alma en el Seol”.
Salmos 49:15 “Dios redimirá mi vida del poder del Seol, porque Él me tomará consigo”.
El Señor luego de morir en la cruz, descendió al Hades, al lugar de consuelo, Paraíso o como también se le denomina, Seno de Abraham, para proclamar allí que la obra de la expiación había sido consumada, y sacar a los creyentes del Antiguo Testamento que habían muerto en la fe y obras de sacrificios que solamente eran figuras del verdadero.
Hechos 2:31 “habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades”.
Lucas  23:43 (Jesús le prometió en la cruz al ladrón que moría arrepentido) “De cierto te digo que HOY estarás conmigo en el paraíso” que era la sección del Hades donde estaba Lázaro y todos los creyentes del Antiguo Testamento. Pero JAMÁS estuvo en el lugar de tormento del Hades, que era donde iban los inconversos.
Efesios 4:7/9 “Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad…y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra?”.
Testificó personalmente que la obra redentora que anunciaban los sacrificios de animales en la antigüedad, había sido consumada por el verdadero Cordero de Dios.
Llevó cautiva la cautividad de los santos del Antiguo Testamento que hasta entonces estaban en el HADES, en la parte correspondiente al Seno de Abraham (Lucas  16:19-31), como le indicó al ladrón arrepentido en la cruz, quién fue el último en llegar a ese lugar, el paraíso.
Luego de satisfacer la justicia de Dios que demandaba que, la paga del pecado es muerte y sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecados; cuando hubo testificado personalmente de los triunfos de la Cruz, de su victoria sobre aquel que tenía el imperio de la muerte, llevó a todos aquellos que se encontraban en el lugar de Lázaro con Abraham en el Hades, hasta la mismísima presencia de Dios.
Desde entonces el HADES ha sido lugar exclusivo de la morada de los espíritus de los pecadores que aguardan su juicio final. Después de la cruz de Cristo es sinónimo de INFIERNO, porque la sección del “seno de Abraham” o paraíso, quedó vacía. Todas las almas de los creyentes, del Antiguo Testamento y de la iglesia, están ahora en el cielo.
Apocalipsis 20:13/15 “la muerte y el HADES entregaron los muertos…y el HADES fueron lanzados al lago de fuego”.
La doctrina del Nuevo Testamento para las almas de los redimidos, es que al morir no van al Hades, sino para estar con Cristo en la gloria quien está sentado a la diestra de Dios Padre en el cielo.
Juan 14:2-3 “voy, pues, a preparar lugar para vosotros…para que donde yo estoy, vosotros también estéis”.
Juan 17:24 “Padre…quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo”.
2° Corintios 5:8  “estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor”.
Filpenses l:23 “deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor”.
En conclusión, Cristo jamás fue al infierno, sino que a su muerte, fue al paraíso o lugar de consolación, como le aseguró al ladrón que se arrepintió en la cruz. Hoy está sentado a la diestra de Dios Padre, hasta donde llegan todas las almas de los creyentes de la iglesia.
Y los inconversos van al lugar de tormento del Hades, donde aguardan la resurrección final para comparecer ante el Gran Trono blanco y desde allí ser lanzados a su destino eterno, que es la muerte segunda.
Apocalipsis  20:13-14 “Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda”.