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EL ANIMA DE LA ANACAHUITA

 


Tumba del Anima de la Anacahuita


Tambien conocida como Leyenda de el soldado desconocido
Se dice que cierto dia en todos esos cerros, arroyos y lomas se libraba una batalla, donde hubo muchos muertos de los dos bandos de soldados, los revolucionarios y los federales. 

Unos llamados Villistas, los otros Carrancistas mas bien Constitucionalistas, aunque algunos les daban el mote de “pelones”. Pero hubo un caso especial… a un costado del antiguo camino real iba paralela la vía del ferrocarril, en el tramo entre Icamole y el rancho el Milagro, ahí cayó mortalmente herido un soldado, llamado Roberto Cisneros por lo que sus compañeros lo retiraron de la línea de fuego y lo dejaron agonizante recargado a un árbol de anacahuita, a la vera del camino, nada podían hacer por él, pues tenia una herida mortal por lo que sus compañeros en retirada a Paredón, Coahuila lo abandonaron a su suerte.

Dos días después lo hallaron dos pastores de cabras, al parecer observaron que acababa de morir, por lo que se supone fue larga su agonía. Al ver su condición se apiadaron de el y lo sepultaron al pie del árbol de anacahuita donde lo encontraron, cubriendo el cuerpo solo con piedras junto al arbusto leñoso para evitar que las fieras del monte deboraran el cuerpo del soldado. Después de esto, regresaron a Icamole y no quisieron contar a nadie lo ocurrido por temor que no les creyeran y se burlaran de ellos, pasaron algunos meses y empezaron a escuchar que; otras personas que pasaban por el lugar, decían haber visto a un soldado sentado y recargado en la anacahuita, pero que al acercarse la figura desaparecía.

 Asi la gente de Icamole y ejidos vecinos comenzaron a hablar de la “tumba del soldado” ya para entonces los dos pastores ya habían contado su versión.
Se dice que las apariciones continuaron aunque no todos los viajantes que pasaban por el lugar la veían. Tiempo después el maquinista de un tren que al parecer ya conocía dicha historia, se detiene pues se sentía mal, era de madrugada y bajo para descansar un poco, pero al recoger leña encontró huesos humanos y los depositó en la tumba de la anacahuita,…ahí durmió y prometió que si se aliviaba de las calenturas que padecía, regresaría a darle cristina sepultura… se alivió y así lo hizo.

Al pasar los años creció tanto la fama del “anima del soldado” que mas allá de Icamole, de García, Paredón, Mina y todo el estado de Nuevo Leòn ha trascendido a otros lugares; solo por el poder de la fe, o la búsqueda de respuesta a lo desconocido en momentos de desesperación. Todavía se sigue visitando tan conocido lugar, por lo que algunos aseguran que lo han visto por esos parajes, y otros dicen que el Anima sigue rondando por esos caminos de soledad y leyendas.