Mi historia comienza hace algún tiempo, durante 4 años viví en un infierno, mi salud física y mental se vieron comprometidas por un extraño suceso el cual casi acaba con mi vida y en donde la brujería que, hasta en ese momento creí que solo eran cuentos, supe en carne propia lo real y peligroso que puede llegar a ser, este es un testimonio de lo que me sucedió.
Mi vida era tranquila, me había casado con un buen hombre, al principio nuestra vida comenzó siendo feliz, pero conforme pasaban las semanas yo empecé a enfermar, al principio de cosas comunes, gripes, fiebres, cansancios, los cuales veía normales, más sin embargo los padecimientos comenzaron a hacerse frecuentes y peores.
Los síntomas de mis enfermedades eran cada vez más raros, mis piernas se me debilitaban al grado de no poder dar un paso sin caerme, mi piel comenzó a secarse y ponerse obscura, perdía cabello de manera alarmante, al cabo de un año de enfermedades raras, bajé 25 kilos, poco a poco me estaba quedando en los huesos;
Visité a innumerables doctores y especialistas y cada uno me daba diferentes diagnósticos que resultaban ser errados, los medicamentos y tratamientos que me daban no funcionaban o solo atenuaban los síntomas que, para el colmo, regresaban con más fuerza.
Para hacer más preocupante el cuadro, en esa época y a pesar de los problemas, me embarazo, fueron los meses más tortuosos, a consecuencia de todo lo que me pasaba, fue de alto riesgo, estuve prácticamente entrando y saliendo del hospital durante ese periodo, aun así, tuve muchos problemas para lograrlo, pero por fin y a pesar de los pronósticos, di a luz a un par de gemelas, estaban sanas y sin mayores problemas, eso significó un alivio para mí y me llenó de esperanza.
Pasaron 40 días del alumbramiento y mi salud no mejoró, empeoraba más, comencé a tener problemas estomacales que me hacían vomitar y tener diarrea, lo más extraño es que vomitaba y defecaba, una especie de líquido negro y espeso que apestaba horriblemente, a raíz de eso adelgacé aún más.
Las cosas en mi casa también empezaron a volverse horribles, perdí mi empleo por no poder caminar, mi cuerpo estaba tan debilitado que ni siquiera podía cargar o darles de comer a mis hijas, aunado a eso mi esposo comenzó a tratarme mal, me insultaba, me hacía sentir culpable de lo que pasaba, me decía en muchas ocasiones que era una pobre mujer, que le daba asco, en cierta forma lo entendía, porque mi apariencia, de ser una mujer llena de vida, paso a ser de una piltrafa, huesos forrados en una piel seca y maloliente, con un rostro ojeroso y cadavérico sin mucho pelo, apestaba a orines, a vómito y a enfermedad.
La familia de mi esposo nunca se cansaba de insultarme y burlarse de mi apariencia ante la indiferencia de mi marido, quise matarme, quise acabar con mi vida muchas veces, pero mantenía la cordura por mis niñas, tomé una decisión que cambiaría mi destino, decidí marcharme de mi casa, abandonar a mi esposo e irme con mi familia.
Tenía el presentimiento de que moriría, esa sensación horrible de pensar que un día ya no despertaría me llenaba de mucho miedo, mis hermosas hijas se quedarían sin mí, decidí hacer un testamento y prepararme para lo peor, mi salud no mejoraba con nada y cada día estaba a un paso de la muerte.
Mi madre creyente de muchas cosas y platicando con amigos y familiares coinciden en que deberían llevarme con una “señora” a hacerme “limpias” yo sin nada que perder, acepte y me llevan con una que vivía en Santa Catarina, al entrar en su “consultorio” me vio y se sorprendió el estado en el que estaba, determinada nos dijo a mis papas y a mí, que no podía hacer nada, que si me ayudaba ella pondría en riesgo su vida.
Salimos de ahí y yo pensaba en sus palabras; mis papás no se desanimaron y me llevaron con otra recomendada por el rumbo de Cumbres, obtuvimos la misma respuesta, la señora alegó que mi mal estaba muy avanzado, que era víctima de una brujería bastante fuerte y que no podía hacer nada por mí.
Decepcionados y preocupados hasta la médula mis padres me llevan a la casa y me resigno a pensar que todo acabaría pronto.
Fue entonces que mi mamá recordó que le habían dicho de una bruja que vivía en un pueblo cercano a León, que había curado a una persona muy grave con mis mismos padecimientos y que ahora vivía felizmente, sin pensarlo decidimos ir a buscarla, solo sabíamos el nombre del pueblo, llegamos a León y sin conocer a nadie, empezamos a preguntar por esa señora, nuestra búsqueda dio frutos y llegamos a la casa de la señora.
Al entrar nos llevaron a un cuarto anexo en el fondo de la propiedad donde había unas 20 personas sentadas en bancas y sillas, al fondo había un gran altar que abarcaba toda la pared con decenas de niños Dios, un cuadro con la imagen del papa Juan Pablo II, imágenes de la virgen, de Cristos y de Indios, no sabíamos por quién preguntar o a quien dirigirnos y de pronto de entre la multitud salió una anciana de baja estatura, encorvada y con dificultad para caminar, al vernos puso un gesto de enojo y preguntó con una voz firme y severa.
-Ustedes, ¿Quiénes Son?
-Somos de Monterrey, venimos por ayuda para mi hija, está muy mala. -Contestó mi papá con cierta pena
Enseguida la viejecita se acercó a mí y me miró detenidamente.
-Sí, esta muchacha viene bien mala, ya está a días de morir, acuéstela aquí – le dijo a mi papá con cierta resignación.
Pasamos entre la gente y llegamos en medio de aquel cuarto ante la mirada curiosa de las personas que se congregaban en el lugar, me acostó sobre una mesa de madera y comenzó a “barrerme” con una escoba de hierbas frescas, todas las personas observaban lo que hacía, yo me sentía algo incomoda pero así era como esa señora “curaba” rodeada de sus “pacientes” según los dichos de las personas a las que preguntamos, esa anciana no cobraba las consultas y lo único que teníamos que hacer era dejar flores en su altar.
Mientras hacia su labor, todos sentimos como repentinamente sopló un aire helado, era extraño porque el cuarto no tenía ventanas y la puerta de acceso estaba cerrada, en cuanto aquella ventisca comenzó a hacerse más notoria, algunas personas se pararon de sus asientos y comenzaron a orar asustadas, otras se arrodillaron haciendo lo mismo.
Yo estaba nerviosa y mis padres tan solo observaban toda la escena también preocupados.
En ese instante sentí como si el tiempo se detuviera y la señora se paralizó viendo al techo, se sentó en una silla que tenía tras de sí, y se quedó como dormida con la cabeza caída sobre un hombro, una de las mujeres que estaba ahí, se paró y señaló a la anciana diciendo con una voz firme
-Ya bajó el espíritu.
-¿Cual espíritu? -Pregunté con miedo
-Pues, ¡La persona que te hizo la brujería! -contestó con coraje
En ese instante la señora se para de la silla, su cuerpo estaba rígido con las manos a los costados y extrañamente firme, y con la mirada al techo, poco a poco empezó a caminar por el cuarto, con pasos firmes y de una manera lenta, bajó la mirada, vio a su alrededor a todos y su mirada se detuvo en mí y en mis padres, enseguida puso un gesto de ira y sorpresa, con una voz profunda y escalofriante me gritó.
-¿Y tú qué haces aquí?
Se hizo un silencio sepulcral en el cuarto y todos nos quedamos viendo a la anciana que se acercó a mí y con todo el odio del mundo me vio y me dijo.
-¡Ya tenías que estar muerta puta!
En eso una señora que estaba ahí se para de su silla y pregunta con determinación
-¿Quién eres?-
-Jajajajaja, de pendeja te voy a decir. -Dijo la anciana con la voz grave y comenzó a reírse con una risa chillante y molesta.
Paro de reír y con una mirada de odio, vio mi mama y le dijo:
-Y tú, tenías que venir de metiche perra.
La señora que se había parado, la enfrentó, diciéndole que se fuera, que me dejara en paz, mientras la anciana poseída se carcajeaba cada vez más fuerte, con insultos horribles las señoras comenzaron a enfrentarla, una de ella le dijo que los indios vendrían por ella y la iban a castigar, en ese momento la cara de la anciana cambió y puso un gesto de preocupación y miedo, se arrodilló y suplicó que no, que no le hicieran nada.
Mi padre hasta ese momento no creía nada, pensaba que todo era una chapucería de las señoras, un teatro fingido para sacar dinero o mandarnos a otro lado, sin embargo su pensamiento y el de todos nosotros cambió cuando la anciana postrada en el piso, comenzó a llorar desconsoladamente, dijo algo que nos dejó sorprendidos y nos quitó la venda de los ojos
-¡Es que odio a esa maldita, esas malditas niñas y ella me quitaron lo que más quiero!, ¡A mi osito!
Era mi suegra, nos vimos todos al mismo tiempo con sorpresa, era ella, así le decía a mi esposo, “Osito”, y era algo que nadie pudo saber, porque nadie sabía de nuestra partida a León, ni siquiera nuestros nombres o de donde veníamos, mucho menos el apodo de mi esposo y que yo tenía hijas.
En eso la anciana se desmaya y cae en el piso agobiada, la gente la ayudó a reincorporarse y se dirigió a mí.
-Tu mal es muy grande, vas a tener que venir todos los días a hacerte unas limpias, por mes y medio, tenemos que desbaratar los males que cargas y alejar al acechador.
Ahí comenzó mi curación, cada sesión era distinta a las demás, ella me recorría con sus manos como sacudiéndome, me estiraba la piel y sentía como si despegaran pedazos de mí, no me dolía, pero sentía el jaloneo, en ese entonces pesaba un poco más de 30 kilos.
Mi rostro era completamente cadavérico con grandes ojeras y mis ojos hundidos, había perdido casi todo mi pelo, mi piel que era blanca se había tornado obscura, no podía caminar, al hacerlo mis piernas se doblaban, mi vagina estaba sin piel, al rojo vivo, cualquier rosón era ardor y dolor, no podía sentarme o estar mucho tiempo de pie, sangraba y no me cicatrizaba con nada.
Eso era algo que la señora no sabía, durante las sesiones cada que me había la limpia, me decía la magnitud del trabajo y el mal que me habían hecho, mi esposo tenia aversión por mí, porque habían enterrado un muñeco hecho de tela y cabellos míos, cerca de un perro que tenían amarrado y que cada que orinaba y defecaba toda esa pestilencia afectaba la relación con mi esposo, habían sacrificado y decapitado a un coyote, su cabeza cercenada la habían puesto sobre otro muñeco, toda la putrefacción había recaído sobre mí y eso afectada mi rostro, mis facciones y mi piel llena de pústulas, para verme horripilante;
Incluso no sé si fue la superstición, pero juraba que mis orejas se estaban estirando, la negrura de mi piel también reflejaba otro trabajo, en donde habían hecho otro fetiche de mí y lo habían asado en carbones curados para hacer brujería, todo lo anterior iba encaminado a que mi esposo me despreciara, sintiera asco y repulsión hacia mí.
El problema de mi vagina radicaba en el hecho de que en mi baño habían tirado otro trabajo, el cual poco a poco comenzó a despellejarme, cualquier contacto con la piel me ardía horriblemente, habían hecho otro muñeco con la intención de amarrar las piernas con alambre, de ahí la dolencia de mis piernas y la dificultad para caminar.
Lo peor fue cuando la anciana después de sobarme el estómago, empecé a devolver, en una cubeta saqué todo lo que tenía dentro, el atole negro apestoso que salía de mí, ocasionaba que tuviera espasmos terribles y vomitara con dolor, cuando por fin terminó aquello, la anciana acerca a mí la cubeta donde había devuelto y el horror me invadió cuando vi que entre el líquido negro espeso que había sacado, se movían renacuajos y pequeñas ranas que agonizaban entre aquella asquerosidad, por esta razón no podía comer o alimentarme bien.
Casi al finalizar el tratamiento, la anciana me pidió revisar a mis hijas para ver si no tenían algún mal, a una de ellas la hizo toser y comenzó sacar flemas, al revisar nos dimos cuenta que había cosas raras entre la mucosidad, eran pedazos de plástico, como de bolsas de supermercado, me preocupé porque desde que nacieron, ella en particular tenía problemas con sus bronquios y corazón, al llegar a Monterrey la revisaron y no encontraron nada, estaba sana.
Llegué a pesar 28 kilos, mi cuerpo era una triste evidencia de lo que me habían hecho, la piel pegada a los huesos, sin poder caminar bien o sostenerme por mucho tiempo, sin poder comer porque todo lo devolvía, eran espasmos violentos y dolorosos para tratar de vomitar algo inexistente.
Durante todo ese tiempo me internaron varias veces por neumonías, anemias, transfusiones y mi cuerpo resistió a pesar de estar en silla de ruedas durante casi un año, la intención de mi suegra no solo era enfermarme, era devastarme moralmente, destruirme por completo, no fue hasta junio de este año que comencé a recuperarme y después de hacer lo impensable.
Cuando regresamos de León, aún tenía problemas, el mal seguía ahí pero con menos intensidad, la anciana hizo lo que pudo para liberarme pero no fue suficiente, al llegar a Monterrey lo primero que hice fue llevar a mi hija a unos estudios para determinar que estuviera sana, afortunadamente no tenía mayores problemas, después las bautice; ya sabíamos quién era la que me causaba los males, después de haber traído el espíritu de mi suegra (aún viva) y evidenciar que era ella, comenzamos a atar cabos.
Cuando hui de mi casa, mi aun esposo había embarazado a su amante y se fueron a vivir a la casa donde vivía, se inició entonces otra batalla en contra de ellos, el divorcio, la custodia de mis hijas, me denunció por abandono de hogar y robo de menores, la mamá corrió con todos los gastos de las demandas y apoyaba la relación con esa mujer con la que me engañaba desde hacía mucho tiempo.
Sin embargo, gané todos los pleitos legales, y tengo la custodia de mis niñas, el paga pensión y las ve solo los fines de semana, aunque por mis niñas supe que solo va por ellas y las deja con la abuela.
Durante todo ese tiempo aún seguía con las enfermedades. Mi calvario no terminaba aún, seguí yendo con curanderos en la ciudad para poder tener protección a las brujerías, pero no se me quitaban del todo los padecimientos, a pesar de no poder retener ningún alimento mi estómago estaba abultado, inflamado como si estuviera embarazada.
Llevaba muchas terapias médicas, pero no mejoraba mi salud, por esos días una tía se casó y se fue a vivir a Mérida.
Fue durante el mes de Abril que me fui a visitarla, estando allá me comentó que me llevaría con un curandero para que me atendiera, un mes antes de eso, ella fue con ese hombre y llevó una foto mía para que la viera y determinara que tenía, dice que el hombre abrió los ojos y le dijo que estaba muy mal, me mandó unos frascos con un líquido azul obscuro, con esos líquidos tenía que darme unos baños durante un mes, antes de que visitara su consultorio, así lo hice, paso un mes y por fin me trasladé a Mérida.
El pueblo donde el curandero atendía estaba a una hora de Mérida, cuando llegamos había gente esperando, yo pasé de inmediato al llegar, antes de decirle algo, él me platicó cosas que solo yo sabía y no solo eso me hizo una terrible revelación.
El sabia de los trabajos que me habían hecho, sabía que era mi suegra, pero no solo eso, mi ex esposo la había ayudado con muchas cosas para destruirme, él conseguía los objetos y cosas mías para que mi suegra las trabajara; cabello, ropa interior, fotos, etc. lo más inquietante que me dijo es que aún no estaba muerta por qué les había faltado un ingrediente en los trabajos, sangre de mi periodo, me quede sorprendida por que tenía ya tres años de no tener la regla, eso quizás me salvo de un destino peor.
Fue entonces que un gramo de esperanza me alentó cuando me dijo que él podía quitarme todos los males que me habían hecho por completo y no a pedazos, sacarlo de raíz definitivamente, porque lo que traía en mi estómago me iba a matar por infecciones, peritonitis o estallamiento de vísceras.
Mi suegra había utilizado un tipo de magia negra de alto nivel, proveniente de cuba, santería, palo mayombe y cosas bastante siniestras, así que él debía utilizar ese tipo de brujería para destrancar todo lo que tenía, tardaría un poco en conseguir los ingredientes para hacerme velaciones, porque todo habría que pedirlo de cuba.
El me dio otros frascos con líquidos rojos intensos, con ellos debía bañarme por 30 días para poder soportar lo que me iba a hacer, regresé a Monterrey y comencé con el tratamiento, durante ese tiempo fue horrible, dolores intensos durante la madrugada, despertaba entre 2 y 3 de la mañana con espasmos, el pecho congelado y con dificultad para respirar, todos mis músculos atrofiados me dolían, quise abandonar, pero ya estaba determinada a liberarme, la lucha tenía que acabar o con mi vida o con la maldad que tenía, lo soporte todo.
No podía pedir ayuda o ir a un hospital por que tendría el mismo resultado, ningún padecimiento aparente, me mantuve con analgésicos, suplementos y proteínas liquidas para soportarlo, no podía comer, me era imposible.
Una semana antes de terminar con los baños, pude notar que traía un dolor abdominal terrible, era como un dolor de cesárea, sentía que la carne se me abría de esa parte, no le di mucha importancia porque todo el cuerpo me dolía de forma horrible.
Al terminar con los baños, me fui para Mérida, cuando llegué con el curandero, que me vio con sorpresa y me dijo que había pensado que no iba a regresar, que no lo soportaría, pero si ya estaba ahí, lo que seguía era lo último y seria menos doloroso, me dijo que fue difícil trabajar conmigo, que durante ese tiempo hizo velaciones pero que era riesgoso porque tenía mi intestino perforado de alguna forma, por toda la asquerosidad que tenía.
El de alguna forma me “opero” con algún tipo de fetiche que había hecho de mi para quitarme el mal, que por eso me había dolido el vientre, yo sorprendida de todo eso, le conteste que, en efecto, había sentido un dolor como lacerante como cuando te hacen una cesárea.
Me recostó sobre una cama y me hizo morder y babear una gasa, mi mama que me acompañaba me cortó un pedazo de cabello y enseguida hizo una bola de algodón con algún líquido y me lo paso por el vientre abajo del ombligo, después envolvió la gasa con el cabello en el algodón y la puso sobre de mí, de pronto sentí algo extraño, un dolor soportable pero punzante.
Algo como una punta fría me hizo un corte en el ombligo y sentí como algo escurría en mi piel, lo único que alcanzaba a ver eran sus manos envueltas en guantes de látex, haciendo algún tipo de incisión y manipulando el algodón, me dijo que respirara y sacara el aire 4 veces, mientras lo hacía sentía tirones en mi ombligo, sentía como algo se jalaba dentro de mi estómago, cuando comencé a sentir molestias, el hombre se apartó y me cubrió con algodón la herida, me sentó sobre la cama y me dijo
-Hemos terminado.
-¿Que salió? pregunte con ansiedad
El curandero acercó un bote de alcohol y en la mano tenía la bola de algodón con la gasa, tanto yo como mi mama miramos horrorizadas.
Tiro la bola al piso y le hecho mucho alcohol, después lo encendió, en el cuarto no había corrientes de aire por que estaba todo cerrado, y se hizo una gran llamarada, el fuego azul envolvió todo aquello, cuando comenzaba a extinguirse aquella bola de algodón con la gasa, se puso negra y de pronto comenzaron a salir cosas raras de él, eran como gusanos que salían frenéticamente de aquel calor, crecían y se retorcían agonizantes sobre el piso, mientras unos se quemaban los demás bailoteaban.
Entonces lo entendí, lo que salió de esa bola no fueron gusanos, eran serpientes, pequeñas, escamosas y se retorcían, no lo podíamos creer mi mama y yo, lo único que hice fue tomarles una foto con el celular y me quedé sin habla.
-Eso, era la brujería que traías, serpientes, era lo que te hacia vomitar y te hacia doler el esófago, ya no cabían y buscaban la salida, al subir por tu esófago ellas mismas se bloqueaban y se retorcían. -Dijo el curandero también sorprendido
De pronto me asaltaron unas ganas intensas de ir al baño, con ayuda de mi mama, entre al baño que había ahí y comencé a defecar, era algo asqueroso, lo que hice era una masa maloliente completamente blanca como la manteca, parecía que todo el horror que había pasado había salido por ahí.
Horas después sentí hambre, quería comer, quería comerme al mundo por el hambre, por primera vez en mucho tiempo comí y no devolví nada, eso me emocionó hasta las lágrimas, me sentí mejor.
Regresamos a Monterrey, a la semana comencé a reglar de nuevo, después de tres años no de hacerlo.
Fui con especialistas y después de exámenes determinaron que todo estaba bien, ni azúcar, ni anemia, nada, empecé a subir de peso, el reumatólogo que me atendía, me retiró muchos medicamentos y no se explicaba cómo había mejorado tan rápido, pero me felicitó, la fisioterapeuta está a punto de darme de alta, aun no me puedo parar sola de algunas sillas, pero ya puedo manejar, bajar escaleras, caminar un poco más rápido, las taquicardias desaparecieron y ya no me agito a realizar cualquier actividad.
Aún tengo un cabo suelto, desde abril que mi ex marido y su madre no me han visto, ellos creen que aún estoy mal y no tardo en morir, quiero que lo crean, el curandero me dijo que por el momento es mejor que no me vean.
La terrible realidad de lo que me pasó obedece a esto: Ambición; Yo tengo unos seguros cuantiosos, cuando recién empecé con mi ex marido, me di cuenta que mi suegra tenía otras intenciones, ahora también supe que mi ex también las tenía, apoyando a su mama.
Comencé a sospechar de algo cuando mi ex suegra se quedó con el acta de matrimonio y no quería dármela por diversos motivos, siendo más astuta que ella y apoyándome en su ambición, le comenté que la necesitaba porque tenía que poner a su hijo como beneficiario en uno de los seguros, en ese rato me la dio y mi esposo comenzó a preguntarme y a investigar cuando dinero era, eso me abrió un poco los ojos.
Aunado a eso la familia de él se quería quedar con la casa donde vivíamos, mi ex esposo la sacó estando soltero y tenían planeado vivir ahí, todos ellos, pero sus planes se arruinaron cuando salí embarazada, tuvimos que casarnos y eso puso furiosos a todos en su familia por haber truncado el deseo de vivir ahí.
Cuando me llevó a vivir a su casa, su familia me condicionó a que, si iba a vivir ahí, yo tenía que ampliar y amueblar la casa, porque su hijo había puesto la casa.
Ellos tenían la idea que también su hijo se había quedado sin dinero por comprar esa casa, así que yo tuve que correr con los gastos de la boda.
Mi vida llena de mezquindad, abuso y enfermedad comenzó en el momento que me casé con él y me fui a vivir a su casa.
A pesar de casarnos, el no dejó a la otra mujer, mi suegra apoyaba y cubría el engaño de su hijo cuando se ausentaba de la casa, ya no tenía intimidad con él, cuando estaba en la casa eran maltratos psicológicos por mi malestar y aspecto físico, mientras me consumía en vida, todos ellos me tenían en sus manos con abusos y maltratos, hasta que decidí huir de aquel infierno, refugiarme con mis padres y comenzar mi lucha para liberarme del mal que tenía impuesto, lo logré a pesar de todo sigo adelante, mi ex esposo sigue con su mujer y su hijo, sus padres viven con él.
Ellos no saben que estoy bien y no quiero que se enteren, tengo el temor de que vuelvan a atacarme, ellos esperan que muera, pero las batallas que he librado y ganado me han hecho aún más fuerte, que quede este testimonio para que la gente sepa que la brujería es real y que puede llegar a matarte.