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DESPUES DE LEER ESTO ODIARAS USAR TU CEL CUANDO ESTAS EN EL BAÑO


En países como México, a las madres les gusta preparar comidas caseras para sus hijos y no les gusta la idea de que sus hijos coman comida enlatada. Sin embargo, las cosas no salen como siempre, y la reciente experiencia de una desafortunada madre mexicana lo confirma.

Josefina se levantó muy temprano para ir al mercado y hacer el desayuno para sus pequeños, Maria de 6 años y Agustín de 8, ambos iban en el turno matutino, así que su madre decidió hacerles un delicioso y nutritivo desayuno con el fin de evitar que compraran golosinas en la escuela, el menú eran huevos revueltos con jamón y un fresco jugo de naranja natural. Todos los ingredientes estaban listos.

Los pequeños pronto se levantaron, mamá les ordenó que fueran a tomar un baño en lo que ella alistaba todo en la cocina, la madre era una fanática de seguir las reglas de la abuela, todo bien lavado y desinfectado, lavó muy bien sus manos para empezar, mientras exprimía las naranjas, María se acercó a decirle: ¨Mamá mi hermano no sale del baño y también me quiero bañar¨, ¨ ¡Agustín! ¨ gritó la madre, ¨Deja de jugar con el agua y ya sal¨.

Enseguida el niño salió apresurado, mientras se cambiaba su hermana ya estaba bañándose, pero a Josefina le dieron ganas de entrar al baño, entró rápidamente y mientras hacía sus necesidades el celular le sonó, era un mensaje de su esposo, preguntando cómo iba todo, se tomó un par de minutos para responderle y le decía a María que se apurara también, al terminar lavó de nuevo muy bien sus manos.

Era el momento de preparar los huevos, pero su esposo seguía enviando mensajes, en cada oportunidad que tenía ella le contestaba ¡listo! Todo lucía riquísimo, los pequeños se comieron hasta el último bocado y Josefina estaba contenta por sus niños, faltaban 15 para las 8, afortunadamente la escuela queda muy cerca y llegaron a tiempo.

Josefina volvió a sus quehaceres, pero dos horas después recibió una llamada que le partió el corazón, al responder le dijeron: ¨ ¿Señora Josefina? ¨, ella dijo: ¨Sí soy yo¨, ¨Hablamos de la escuela de sus hijos, los niños se encuentran en camino al hospital, no entendemos qué fue lo que pasó¨. Josefina ni siquiera pudo responder, sentía como la sangre helada subía hasta su cabeza, pronto las manos le empezaron a sudar y su corazón latía sin parar ¿Cómo era posible? Si en la mañana los acababa de ver sonrientes y sanos.

Llamó a su marido y se dirigieron al hospital, al llegar los médicos les explicaron que los niños se encontraban en una situación muy grave, tenían una fiebre incontrolable debido a una bacteria llamada salmonella, se trataba de ¡fiebre tifoidea! Al parecer la bacteria se encontraba en el 80 por ciento de su cuerpo y prácticamente había destruido su intestino.

Los padres no tenían idea de lo que estaba pasando, Josefina se puso aún peor y comenzó a gritar desesperadamente que quería ver a sus hijos, así que tuvieron que sedarla, el padre esperaba en aquella silla con su cabeza mirando al suelo y las manos entrelazadas en la frente, como si le suplicara a Dios por la vida de su familia.

En ese momento Josefina recordó todas las veces que tocó la comida después de responder un mensaje a su esposo, ahora sabían la razón, pero ¿De qué servía? sus hijos estaban muriendo en terapia intensiva.

Ver a ese par de pequeños, tendidos en una cama y conectados con sondas les destrozó el alma, eran sus niños, esos mismos que en la mañana estaban corriendo por toda la casa, esos que peleaban por entrar al baño, que no querían llegar tarde a clases y se apuraron a terminar todo el desayuno para que mamá no se enojara. Ahora estaban muriendo frente a sus ojos, el padre no resistió y salió de la habitación, pero Josefina los tomó de la mano diciéndoles cuánto los amaba, ¨Perdónenme hijos, por favor perdónenme¨ susurraba una y otra vez.

En ese instante sintió como la manita de María se abrió y entonces el sonido de la máquina indicaba que había perdido la vida, su madre gritó tan fuerte que los médicos corrieron enseguida, mientras la sacaban la máquina de Agustín también dejó de marcar los latidos ¡Ambos estaban muertos! hicieron todo lo que pudieron, pero nada funcionó.

Ahora Josefina quiere compartir su historia con el mundo, no quiere que otra madre cometa su error. aunque parezca increíble cuando usamos el celular en el baño tenemos al asesino en nuestras manos y no tenemos idea del foco infeccioso que se vuelve.

Lamentablemente en este caso dos inocentes pagaron las consecuencias. Recuerda compartir este artículo con tu familia y amigos, puede ser que esto sea de gran ayuda para ellos.