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HISTORIA DE TERROR "JUNGLA"

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Soy policía de operaciones especiales y pertenezco a un grupo llamado “Jungla”, estos eventos realmente ocurrieron y fueron hechos de seguridad nacional en Colombia. sería un 10 de agosto del año 2015, mis compañeros y yo, recibíamos instrucciones sobre un operativo y debíamos estar preparados para llevarlo a cabo.

Cuando entras a la fuerza sabes que todas esas operaciones son riesgosas, podías ser mal herido o muerto durante el desarrollo de la misión; pero esta vez el riesgo era aun mayor ya que se había gestado una operación a gran escala para darle batalla a uno de los grupos armados más grandes de nuestro país; Pero a última hora una información dada por un soplón no fue confirmada por inteligencia central. De tal manera que quedamos en espera. Días después nos volvimos a reunir en el comando. Cuando llegó el superior y con seriedad nos dijo que nos tomáramos el día libre, que no se tenían datos suficientes.

Esa tarde salimos los compañeros y yo a un bar local a tomarnos unas polas (cervezas). Serian como las 8 de la noche y decidí visitar a una amiga que vivía cerca del bar. En el trayecto me llegó un recuerdo de hacía días y lo sentí como si hubiera sido apenas unos instantes atrás. Recordé a la abuela de mi novia ella era una anciana ya mayor que había llegado de Haití hacía mucho tiempo siempre vestía como santera y fumaba puro. Al verla la saludé y luego de darle una calada el puro me miró con un par de ojos negros penetrantes. Y me pidió que la acompañara, al estar a solas me dijo algo que me dejó pensando.


“Mijo, yo se que usté quiere mucho a mi nieta; pero debo decirte algo, ten mucho cuidado. Veo dolor y sangre en tus ojos, en estos días vas a andar lejos y veo muchos muertos a tu alrededor…”

Solo le di las gracias ese día y lo olvidé hasta esa noche, como sabrán soy policía y he tenido que actuar para defender mi vida. Quizás por eso era la advertencia y la supuesta sangre. Continúe a caminando a casa de mi amiga y nada mas ocurrió.

Al siguiente día ya estábamos reunidos todos en el comando, teníamos luz verde en la realización del operativo y serian las 10 de la noche cuando comenzamos a prepáranos con el equipo militar para la misión antes de salir recibimos una ultima instrucción y oramos todos para regresar vivos. Salimos rápidamente y comenzamos a zarpar en helicópteros Black Hawk tipo Sikorsky. Un helicóptero para cada unidad.

Habíamos de llegar a un punto intermedio para recibir más instrucciones sobre el operativo, ubicaciones y planes de extracción. Serian las 5 de la mañana cuando nos reagrupamos para volver a los helicópteros e internarnos en la selva habíamos de llegar a un punto en Urabá Antioquia. Uno de los centros de operaciones de las FARC. Mientas cada unidad abordaba los helicópteros, me di cuenta que por un descuido había olvidado mi radio en una las mesas del centro de comando. Así que corrí de vuelta por él, lo mas rápido que pude. En tanto mis compañeros se alistaban en las naves. Al regresar, la aeronave de mi unidad estaba llena y habían cerrado las puertas. Me tocó entonces subirme a otra y despegamos rumbo a la misión.

Llegamos al punto de inserción en donde debíamos infiltrarnos en la jungla, hasta las posiciones enemigas. Sin embargo algo fue mal, el helicóptero de mi unidad, tenía problemas para estabilizar por las corrientes de aire y las copas de los árboles y se acerco demasiado. Teníamos que bajar a rappel, apenas me había puesto el arnés cuando sentimos una ráfaga de aire caliente seguida de un gran estruendo y destello. El Black Hawk donde iba mi unidad había sido derribado con un RPG enemigo. Enseguida de esto se hicieron maniobras evasivas. los que pudieron abrieron fuego para evitar que otro fuera derribado e iniciamos retirada.

Como resultado de esa operación fallida 16 hombres de mi unidad murieron calcinados, fue muy doloroso para mí porque eran mis amigos y mis compañeros, el desasosiego que me causaba pensar que yo también debí haber muerto era estresante para mi, por alguna razón sobreviví. A partir de ese momento cosas raras comenzaron a suceder en el comando, muchos sentimos la presencia de nuestros compañeros rondar en los camarotes vacios donde ellos dormían,

A veces se podían escuchar risas en la madrugada y algunas veces lamentos desgarradores que asustaban al más duro de los compañeros. Yo pude sentir y ver las presencias de algunos de ellos, a pesar de eso nunca sentí mayor temor de que nos hicieran daño, después de todo eran nuestros camaradas y quizá no les tocaba morir. Ese rumor y leyenda comenzó a sonar en los pasillos del comando, las animas de la unidad Jungla rondaban en los pasillos.

Meses después entramos en combate, estábamos en desventaja numérica ante feroces guerrilleros de las FARC. Como ellos conocían mejor el terreno nos comenzaron a cercar y hubo momentos en que pensé que ahí moriría. Me recuerdo que había entrado en pánico al sentir la muerte tan cerca y me aferraba al fusil esperando lo peor cuando escuchamos voces que provenían del interior de la jungla. Uno de los compañeros con extrañeza se internó en el lugar donde provenían.

Al regresar, el comandante nos hizo replegarnos y seguirlo por en medio de tupida vegetación en donde había un camino que no habíamos visto, continuamos caminando y nos alejamos lo suficiente de la guerrilla salvando la vida y evitando una emboscada. Ya estando en un zona segura, estábamos tumbados casi sin respirar, ya en el punto de extracción le preguntamos al comandante como supo del camino y el fríamente nos dijo que había visto a Guzmán entre la maleza indicándole que fuera por ese camino y no por el que venía marcado en el mapa. De igual manera el compañero que se internó en el, confirmó que había visto a Guzmán hablándole, dice que lo vio claramente, que pensó que estaba vivo y al irlo a buscar este desapareció ante sus ojos.

Al principio se nos hizo increíble; pero nos salvamos por muy poco. Yo le di las gracias a Guzmán mi compañero de unidad muerto en la primera incursión y uno de los 16 muertos del grupo “Jungla”. Luego de ser recogidos, iba pensando en el helicóptero sobre todo lo acontecido. Rememoré la advertencia de la abuela santera, el ataque de mi unidad, y las animas errantes que de tanto en tanto andaban en el comando. Esta historia fue verídica y está documentada. Me gustaría que relataras mi experiencia.

HISTORIA DE TERROR "CAJITAS"

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Lucy tuvo dos hijos: Alexei y Alondra. La niña cuando nació nunca pudo conocer a su padre ya que a los once días de nacida, el padre murió de forma trágica. Como yo tenía una relación muy cercana a ella, yo pasaba por sus hijos a la escuela, ella era maestra; así que era complicado que los atendiera, esa tarea recaía en mí.

Alex fue muy unido a mí, siempre me vio como una segunda madre y yo como a un hijo. En aquel tiempo asistía a la universidad y al medio día que salía me iba por él y la niña se quedaba con su mamá ya que era aun lactante. Nuestra vida tomaba un buen rumbo. Sin embargo las cosas tomaron un camino extraño el día que Lucy se involucra con un maestro que era practicante de un templo espiritista.
 Hacía meses que había superado lo de Doña Panchita y tenía muchas reservas sobre el tema de los espíritus, por todo lo que había visto durante el servicio que presté a la médium y no me gustaba esa relación para Lucy, además muchos miembros de la familia incluyéndome, teníamos sensibilidad para ese tipo de “dones”; clarisentencia, clariaudiencia y clarividencia. Mis dos sobrinos podía “ver” animas y descarnados en lugares insospechados, yo podía ver y escuchar con mucha claridad; pero en menor medida, aunque siempre me dijeron que si controlaba mis “dones” podría incluso predecir desgracias, nunca me gustó nada de eso y siempre decia “no”. 
A pesar de mis advertencias ella manifestó que le gustaba de participar en esas prácticas, así que se metió y durante algún tiempo no pasó gran cosa; pero yo vivía con esa incertidumbre de que en cualquier momento algo se saliera de control o que algún espíritu inmundo invadiera nuestra vida y no estaba equivocada.
La primera en manifestar la clarisentencia fue mi prima Alondra, había cumplido 3 años y era costumbre leerle cuentos para entretenerla. Yo le leía “La mil y una noches” todo iba bien hasta que una noche muy segura comenzó a decirme que el genio la quería abrazar y que el genio le cantaba canciones durante la noche para que durmiera. Yo algo inocente pensaba que el genio al que se refería era el de Aladino.
 Pasaron días así sin que me causara alguna emoción de extrañeza. Nosotros en mi familia no teníamos fotografías ni acostumbrábamos a ponerlas en cuadros porque crecimos con la idea de que una foto te roba el alma y no era algo que nos llamara la atención hacerlo; pero Lucy guardaba recuerdos en un viejo álbum familiar que no conocía y un día la niña comenzó a preguntar por su papá, no lo conocía y le entró la curiosidad por saber cómo era. Así que Lucy sacó el álbum de una vieja cómoda y comenzó a buscar fotos del padre de Alondra. Hojeó entre fotos borrosas y descoloridas hasta que la niña vio la foto de su papá y exclamó frenéticamente, con mucha emoción, señalando una de las fotografías.
–¡Este es el genio, este el genio!
Lucy y yo nos miramos con sorpresa; pero antes de que pudiera decir algo, cerró el álbum y no comentó nada más. Aunque ahora que lo pienso la niña pudo traer a su papá de entre los muertos. Luego de eso hubo muchas ocasiones en las que ella me contaba acerca de sus experiencias con el maestro y sus reuniones, ella iba cada tercer día a esa congregación y cada que llegaba me contaba muchas situaciones increíbles y hasta fantásticas; pero dadas las cosas que habíamos pasado, no se me hacia descabellado ni siquiera raro, para mi esas cosas eran hasta habituales. Yo solo escuchaba como hablaba de una medium que hacia contacto con los muertos y no evitaba pensar en Panchita. 
Era claro que había algo que nos conducía irremediablemente a ese camino de algún modo.
Sucedió que cierta tarde tuve que pasar por los niños al lugar donde se reunía Lucy con el maestro y los demás miembros. Al llegar vi que los niños jugaban y yo decidí esperar a Lucy a que saliera de su reunión, en eso salió el maestro con un rostro sonriente y me invitó a participar de aquello. Al principio estaba renuente en entrar; pero me ganó la curiosidad de querer hacerlo. Entonces pasé a lo que llamaban “el templo” después de las cortinas, 
vi que habían muchas personas congregadas en una especie de sala de culto en donde al fondo parecía estar una persona haciendo alguna clase de rito, era unas 30 personas las que había ahí, y la supuesta medium era una señora un poco mayor , que tenía los ojos idos y temblaba extrañamente, supuse que estaba en un tipo de trance o era la “cajita” de algún ánima, esperaba que empezara a hablar con voz masculina y dijera algo que nadie esperaba; pero en vez de eso la señora se levantó y con los ojos en blanco se dirigió a mí, eso hizo que me pusiera tensa y atenta a lo que me iba a decir.
Yo sin saber qué hacer, dirigí la mirada a Lucy y ella haciendo un ademán me sugirió hacer lo que decía la señora. Yo con algo de renuencia decidí seguir el juego y extendí mi mano para tomar el supuesto diamante. Al hacer eso comencé a sentir sueño y un cosquilleo en las piernas, luego me quedé sentada en una de las bancas y todos continuaron con lo que hacían, luego nada.
El sueño y la obscuridad de mi mente de pronto se marcharon y al abrir mis ojos estaba sentada en medio del gentío y amarrada en una silla, sin poder comprender que sucedía, mi cabeza trataba de recordar cómo es que había llegado a esa posición, comencé a preguntar molesta porque me tenían amarrada, le grité a Lucy que quitara los amarres y de que trataba todo eso.
 Todas las personas a mi alrededor me veía con miedo, algunas con morbo, otras con curiosidad, mi tía con preocupación y la señora médium solo me observaba con un rostro inexpresivo. Quería respuestas, entonces el maestro se acercó y me dijo algo que me inquieto de sobremanera, la explicación fue que el supuesto “diamante” que me entregó la señora fue para abrirme el canal de mi cerebro para entrar en contacto con los espíritus, entonces él tomó mi mano y me la condujo a la parte trasera de mi cabeza ahí sentí un hueco profundo, algo inusual, no recordaba o desde cuando tenía ese hueco; pero lo sentía más hundido en mi cráneo.
–El problema es que al abrir ese canal, solo bajaron demonios y te logramos sacar 15 que hablaron a través de ti. –Repuso el maestro.
Yo sin poder creer lo que me decía, sentí nauseas y una inmensas ganas de salir de ahí corriendo, suplique que me liberaran y mientras el maestro lo hacía, las demás personas mi miraban con cautela. Cuando por fin salimos de ahí, yo me sentía agotada y enferma. Le dije a Lucy que nunca más volvería a entrar en ese lugar. Pasaron los días y no sucedió nada extraordinario, aunque intuía que mi tía se guardó muchas cosas sobre ese evento.
 Como yo iba a visitar a mis padres un par de veces por semana. Una tardé aborde un camión y me baje en el puente de Benito Juárez, que cruzaba el río Atoyac, aun el sol alumbraba, había que caminar una vereda de tierra amarilla que se extendía por unas cinco bloques grandes sobre un terreno que había pertenecido al rastro municipal y donde ahora se levantaba una barda a lo largo de la URSE (Universidad Regional del Sureste) el camino estaba rodeado de carrizales y casi nunca veía a nadie rondar por ese lugar. Venía sumida en mis pensamientos y no me percaté que a lo lejos se escuchaban unos pasos hundirse en la arena. Cuando por fin caí en la cuenta que eran pisadas presurosas que iban hacía a mí.
 Las escuché más cerca y más de golpe. Eso me hizo voltear y lo primero que vi fue a un joven moreno, que tenía unas facciones extrañas con una sonrisa un tanto morbosa. Antes de que pudiera darme cuenta vi que hizo el intento por abrazarme, al que me hice hacia atrás en una posición de defensa. Le pregunte qué era lo que deseaba y no dejaba de mostrar esa sonrisilla molesta. El momento de tensión duró un rato y cuando por fin ese joven extraño habló fue para preguntar si por ahí pasaba algún camión que lo dejara cerca del cementerio. Le dije que a unos pasos pasaba en “Carmen-Panteón” ese lo dejaba en la entrada. Hizo una mueca de agradecimiento y siguió su andar sin dejar de sonreírse, yo caminé despacio para verlo alejarse y al dar la vuelta en la esquina de la barda desapareció.
Aun inquieta seguí caminando lentamente y vigilando mis espaldas. Cuando doy la vuelta en la esquina vi con extrañeza que estaban Lucy, el maestro y su esposa esperándome. Al verme corrieron a mi encuentro y m miraron de pies a cabeza, preguntándome si estaba bien. Le contesté que si y les platiqué sobre el muchacho raro y si no lo habían visto a lo que ellos afirmaron que no. Era imposible que no lo vieran, se hubieran topado con él al dar la vuelta. En ese momento el maestro algo atribulado me dijo que Alexei ( el hijo de mi tía Lucy, empezó a desarrollar habilidades de medium al asistir a este grupo) entró en un trance y preocupado afirmó que un demonio acababa de hacerse presente y que quería llevarme. El asustado pidió que vinieran en mi auxilio.
 Por eso vinieron a encontrarme; pero solo me habían visto a mí a ninguna otra persona y en efecto la calle estaba desierta. Hicieron conjuros raros y parecían “limpiar” el aire con movimientos aun más raros como si tuvieran machetes “invisibles” todo eso me parecía raro y hasta gracioso; pero ellos en verdad estaban muy preocupados por mí, a la tarde siguiente de nueva cuenta tuve que ir con mis padres y luego de bajar del camión y tomar unas escaleras, vi que había muchas personas reunidas como en un pequeño parque, eran estudiantes de URSE. Me seguí por el camino de tierra y vi a lo lejos un auto lujoso estacionado y al parecer había una pareja dentro. Eso me hizo sentir algo de confianza y seguí caminando rápido hacia la casa de mis padres. Pero antes de que pudiera llegar al auto, de improviso me sale el joven del día anterior por un lado del camino; pero esta vez me enfrentó y me dijo algo que hizo que me pusiera a temblar.
“¿Por qué me tienes miedo?, Pídeme lo que quieras…” Exclamó con su habitual sonrisa morbosa.
Yo miré a todos lados para pedir ayuda y el tipo comenzó a acercarse lentamente tocando la barda con el dedo. Sentí un pánico tan grande que lo único que hice fue decirle que en nombre de Jesucristo se alejara de mi. En ese momento mostro su verdadero rostro, era pura maldad. Su boca eran un par de hileras de dientes pequeños con grandes encías negras que sonreían, y sus ojos eran un par de canicas negras; brillantes y perturbadores. Sin saber que hacer corrí hacia donde estaba la pareja y antes de que pudiera reaccionar el joven desapareció de mi vista. Pensé en darle la vuelta a la universidad para llegar por otro lado y cuando lo iba a hacer, ya tenía al joven de nueva cuenta frente a mí.
 Era imposible, ¿Como se había movido tan rápido y sin que me diera cuenta?. De nuevo me dijo que le pidiera lo que quisiera. Yo en tono molesto y enfrentándolo le dije determinada que no quería nada. Viéndome con desprecio el joven se dio la media vuelta y se perdió en el camino no sin antes decirme que me estaría esperando. Mis piernas temblaban y quería llorar, me apoyé en la barda y seguí mi camino. Casi llegando a la casa de mis padres, estaba el maestro y Lucy esperándome. Les platiqué lo sucedido y ellos dijeron que habían estado orando para debilitar al ser obscuro. Pero que no me podía desentender de todo eso, era importante para mi desarrollar mis dones para poder hacerle frente a lo que me acosaba. Yo renuente me negué a involucrarme mas en todo aquello. No terminé de decir eso cuando comencé a ver todo negro y me perdí completamente.
Al despertar estaba de nueva cuenta en el “templo” y amarrada a una silla. Esta vez el maestro me indicó que me habían sacado más “demonios” que al desmayarme caí en un trance muy profundo y al no poder controlarlo deje “abierta la puerta” para que estos entraran. Yo no podía creer lo que me decía y me sentí furiosa por estar de nuevo amarrada a una silla y porque Lucy lo permitió, no acababa de pensar en ello cuando vi algo extraño en la realidad, eran como sombras difuminadas que iban y venían por todo el cuarto.
 Me inquieté por que no estaba en trance o algo por estilo y podía ver esas cosas que acechaban a las personas que estaban ahí cuando vi que uno de esos “espejismos” iban a tocar a Lucy comencé a gritar espantada para que no la tocaran, ella saltó de su silla y el maestro comenzó a echar en el nombre de Dios, amoniaco para ahuyentar a esos seres. El olor era penetrante; pero parecía funcionar por que aquellas cosas comenzaron a danzar por todos lados.
En unos instantes y luego de una extraña lucha entre el maestro y los acechadores, vi surgir otra aun mas grande y larga de las sombras, era como una especie de serpiente que se arrastraba y se erguía para dejar ver que estaba furiosa y venia por mí. Para ese momento Lucy me había quitado las ataduras y me abrazaba asustada, yo igual estaba temerosa y desconcertada por todas esas cosas que veía con mis ojos. En ese momento le indico al maestro que echara amoniaco a donde estaba esa serpiente; pero era inútil. Yo escuchaba gruñidos horribles en el ambiente, cosas que los demás no podían ver o escuchar. Cuando pensé que esa cosa se me iba a meter, cerré mis ojos y escuché en mi cabeza una voz muy dulce que decía:
“Defiéndete, usa tus armas…”
En ese momento yo imagine estar rodeada de ángeles con espadas y lanzas, oré pidiendo por su ayuda y en el cuarto se iluminó con una luz cegadora que me produjo paz y una sensación de seguridad que nunca había sentido, yo veía como las lanzas y las espadas se levantaban en contra de esas cosas horribles y negras. La luz hizo el resto y todos los seres obscuros se desvanecieron. Lo siguiente era caos en la habitación, el maestro rezaba frenético y lanzaba líquidos por todos lados. Cuanto todo volvió a la calma el maestro intentó reclutarme para la congregación; ya que la medium anterior se había ido al temer mis alcances.
 Yo en todo momento me negué a participar de todo eso, el se molesto y me dijo que si no lograba controlar mis dones me iría mal en la vida. Afortunadamente no fue así. Sin embargo me sucedieron muchas cosas a lo largo de mi vida que nunca pude explicarme. Mi vida y la de mi familia siempre estuvo y estará rodeada de cosas sobrenaturales. Acerca del ser obscuro que me tentó apareció después; pero ese será motivo de otro relato. Gracias por su atención.

HISTORIA DE TERROR "LAS VOCES"

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Tendría unos 18 años y en aquel entonces iba a la preparatoria y regresaba a mi casa ya de noche y bastante agotado, como vivía en la ciudad de México. el trasladarte de un lugar a otro implicaba mucho tiempo y era agobiante. Al llegar saludé a mi mamá y me sirvió algo de cenar que apenas probé y dejé todo en la mesa, arrastrando los pies me tiré en mi cama y así que me quedé dormido. Nunca tuve un sueño tan pesado como el que les voy a relatar y tan detallado. Tanto, que recordaba todo con mucho detalle aun después de despertarme, incluso aun en estos días lo puedo recordar como si lo acabara de soñar.

En mi sueño caminaba por una colonia muy lujosa de casas grandes y con detalles caros en sus fachadas, a mi lado iba una persona que me decía hermano y yo lo identificaba así. (tengo un par de hermanas no tengo hermanos) el día parecía soleado y las calles muy tranquilas. Veníamos en la camioneta de mi papá y hablando tonterías de jóvenes, planeando ir por alguna jovencita y llevarla a pasear. Mi supuesto “Hermano” se reía y le subía a la música haciendo que todo el interior de la camioneta retumbara por el sonido. Al incorporarme a una calle larga y sin casas. De pronto todo quedó en silencio y al voltear pude ver que el que era mi hermano me veía con un gesto de odio, aunque parecía tranquilo. El silencio fue roto por su voz que preguntaba algo inusual : “Jorge, desearía saber qué pasó con el maestro Carlos…”

En ese momento el clima soleado se tornó obscuro y nubes negras relampagueantes nos rodearon, los estruendos de los relámpagos parecían romper todo y cuando la obscuridad se cernió sobre nosotros ya estaba en la calle, completamente solo, sin personas y el supuesto hermano. Sentí un terror profundo de verme rodeado por obscuridad y nubes relampagueantes. En eso mi entendimiento me sugirió algo que recuerdo perfectamente, sentí que estaba en el cuerpo de otra persona, sabía que era yo el que estaba parado ahí solo; pero mi cuerpo era una especie de capullo que me rodeaba y al tratar de verme en algún reflejo me daba cuenta que no era mi rostro, ni mi cuerpo. En eso me preguntaba ¿Quién era? y una voz en mi cabeza decía: “Carlos”.

En eso me sentí paralizado de ver que de entre las sombras del piso iban surgiendo unas figuras negras que vestían túnicas negras, estas eran una sola pieza terminadas con una capucha puntiaguda que no tenían agujeros para los ojos, en total surgieron 6 figuras negras que solo estaban ahí paradas viéndome temblar de miedo, cuando comenzaron a caminar velozmente hacia a mí, la huida fue frenética y casi me daban alcance cuando se paro frente a mí una especie de camioneta de donde surgieron otros encapuchados y me subían a ella con lujo de violencia, me golpearon y me dejaron sangrante en tanto me decían con una voz tranquila y melosa.

“No te preocupes, muy pronto estarás ante la presencia de Lucifer…”

El pánico en mi era tal que intentaba zafarme de todas la maneras posibles de su aprisionamiento, no sé cuando tiempo pasó; pero en instantes ya estaba parado en un camino rodeado de velas negras que iluminaban un sendero que conducía a un jacal en donde había más encapuchados, lo más inquietante eran esos gorros con punta que los hacían ver más siniestros. Los que venían martirizándome me condujeron a rastras por ese camino y me dejaron en el interior, donde otros tipos dibujaban un pentagrama en torno a mí, comenzaron con canticos llenos de gozo, me miraban y me decían que no me preocupara que estaría pronto con el padre.

 No terminaba de presenciar eso cuando sentí algo en mi vientre, algo helado y punzante que me hizo sentir mucho dolor y temor. Al mirar que era, me di cuenta con horror que uno de los encapuchados me había clavado un enorme cuchillo en la panza, sentí el golpe tan profundo que tocó mis vertebras, en un movimiento rápido el verdugo movía de un lado a otro la daga y abría mi estomago dejando salir un chorro de sangre que se regó por el piso y mis intestinos que evaporaban el calor interno.

No pude soportarlo más y desperté sudando y temblando de miedo por esa pesadilla. Poco a poco me di cuenta donde estaba y me revisaba la panza. Respiré aliviado pensando que había sido un sueño y que todo había sido producto de mi cansancio, tenia la luz encendida y aun estaba vestido, así que me relajé y me preparé para volver a dormir y apagué la luces. No acababa de presionar el apagador cuando escuché el rechinido de unas llantas al exterior de la casa, y escuché que estaban levantando a alguien. Esa persona luchaba con fuerzas por qué no lo metieran al vehículo, gritaba con terror y desesperación que lo ayudaran, yo estaba paralizado sin poder moverme, deseaba observar; pero no quería que me vieran. Se escucharon golpes, aullidos de dolor y estruendos en las cortinas de los negocios que había por un lado de mi casa.
Lo más inquietante fueron las voces. Eran una voces roncas y estruendosas que parecían hablar en otro idioma, un lenguaje incomprensible con acento de Europa del este. Todas hablaban al mismo tiempo haciendo aun más inquietante el momento. Cuando se dejaron de escuchar los ruidos y las malditas voces gritar, pasaron unos segundos.

 Yo con cautela me asome a la ventana, y sentí la adrenalina correr cuando vi que los tipos que estaban levantando a una persona eran los encapuchados, esos gorros negros en forma de cono sobre su cabeza eran inconfundibles, pensé que aun soñaba; pero la realidad me estampó en el rostro cuando metieron al hombre en el maletero y se subieron todos al vehículo, que era una van de color negro. Arrancaron e imprimieron velocidad y se perdieron en una avenida transitada. Luego de aquel momento extraño me senté en la cama a meditar sobre lo que había pasado y me acosté intentando dormir; pero no pude.

Fue hasta que rayo la luz del sol que pude por fin dormir, era sábado y me levanté ya por la tarde, mi mamá hacia de comer y me senté con ella contándole lo que había visto en la noche anterior. Ella dejó lo que hacía para decirme que también los había visto a esos tipos de negro raros, subiendo a un pobre hombre; pero le dio miedo. Era demasiada casualidad y por un momento pensé que el hombre que levantaron era el Carlos de mi sueño.

 La respuesta me llegó días después al leer una nota de un diario de internet. En las inmediaciones de un rastro en el estado de México habían encontrado los restos de una persona, había sido acuchillada y le sacaron los intestinos con los cuales lo estrangularon. Eso no era extraño en ese lugar era común que mataran gente a diario. 

Lo extraño sucedió después al cenar con mi mamá, me dijo que platicando con la vecina, su ex esposo era el dueño de uno de los locales de los alrededores y vivía en un lujoso fraccionamiento cercano, además era maestro de una vocacional. Lo encontraron muerto cerca de un rastro, al escuchar lo relacioné con la noticia y sentí nauseas al enterarme que era el mismo hombre, su nombre : Carlos Méndez.

Por esa noche no pude dormir pensando en todo eso. En que mi sueño se había hecho realidad y que quizás pude advertir lo que pasaba, he vuelto a soñar muchas veces esa situación con personas distintas, los mismos encapuchados y las mismas situaciones de asesinato; a veces me daba cuenta por las noticias; pero otras no quería enterarme. No sé cómo llamar a esta condición. Pero siempre que sueño con los tipos de negro, alguien cercano muere.

HISTORIA DE TERROR "ORISHA"

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Hace unos 16 años, mi tía y abuela de mi sobrina Ana, de apenas dos años se comenzó a involucrar en prácticas santeras y adoraciones a los dioses Yorubas, al principio por curiosidad y luego como algo bastante serio, las doctrinas de estas creencias las seguía al pie de la letra. Ella comenzó su propio centro de adoración en su casa en el cual involucró a sus hermanos, cuñadas e incluso mi papá también fue a dar con ella haciendo rituales y ceremonias en donde se adoraba a los orishas y sus sincretismos. Ellos también asistían a un centro con un Babalawo muy poderoso y acertado, durante un tiempo las cosas para ellos fueron prosperas.

La desgracia llegó un día, sin previo aviso la nieta menor y la mas consentida de la familia cayó enferma, envuelta en fiebres y padecimientos extraños que poco a poco fueron minando su salud hasta ponerla en riesgo de perder la vida. Dejo de comer repentinamente por lo que era alimentada por una sonda, su cuerpo comenzó a adelgazarse de manera dramática y al cargarla no podía ni siquiera mantener la cabeza erguida, el cuerpo se sentía hecho de trapo, débil y muy enfermo. Sobra decir que fue llevada a innumerables especialistas los cuales no pudieron hallar la causa de la enfermedad.

Como último recurso y desesperados la llevaron con el Babalawo de la congregación a la que asistían; pero al llegar fueron informados que este había salido en un viaje hacia Cuba y que no regresaría en meses; pero que si se daban prisa podrían alcanzarlo en el aeropuerto. Así que corrieron para alcanzarlo. Mi primo al llegar se estacionó cerca de los accesos a aerolíneas, tanto mi prima como mi tía se bajaron corriendo dejando a mi sobrina y a mi primo esperando. Pretendían correr por las salas de espera y buscar afanosamente al hombre, no seria difícil de encontrar; era moreno y siempre vestía de blanco con un gorro en la cabeza y cubierto de ilekes.

No habían avanzado unos pasos y antes de entrar al aeropuerto el Babalawo apareció ante ellas con su imponente presencia y las miró con desdén. Se sorprendieron de que fuera a su encuentro ya que no le habían avisado, no tenia celular y no habían hablado previamente con él.

–Ya sé a que han venido y es bastante grave lo que trae la niña. ¬–Repuso el santero.

Luego de decir esto se dirigió a la camioneta y revisó a la niña, su rostro era de preocupación y sin rodeos les dijo que la niña tenía un embrujo. Que el salvarla requería de una magia muy poderosa y ancestral, ya que el mal que tenia impuesto era así. No iba a ser sencillo, ni barato. Tenían que buscar a otro Babalawo más poderoso y con más tiempo dominando el oráculo de Ifa. Ellos sin pensar dijeron que si y el hombre les dio un listado de cosas que tenían que comprar y llevar a un lugar que él les indicaría, todo debía hacerse esa misma noche.

Así, se fueron en busca en una casa en donde vivía un alto sacerdote de Orula. Fueron recibidos por gente con aspecto amable y vestidos de blanco, la casa no era lujosa; pero tenía muchos elementos de la santería, así como altares a los orishas mas importantes. Llevaban todo lo de la lista que fue complicado conseguir y a la niña que iba ya sin fuerzas.

Las personas los condujeron sin decirles nada a una sala al fondo de la casa en donde el ambiente era extraño, iluminado con veladoras y un altar de deidades orishas de gran tamaño, decorado con telas de colores y una gran cantidad de frutas frescas. Al centro del salón había una mesa larga cubierta con mantel y sobre ella una gran cantidad de comida y bebidas de todos tipos, rodeado de sillas y muchas más recargadas en la pared.

Colocaron el frágil cuerpo de mi sobrina en el centro de la mesa y las personas se sentaron comenzando a orar en criollo antillano. Momentos después de entre las sombras surgió la figura de un Babalawo anciano, era de piel negra con unos ojos inexpresivos en un rostro igual de duro, cubierto de pies a cabeza con una vestimenta de manta blanca, cargando muchos ilekes de colores sobre el cuello. Caminaba lentamente en tanto le daba una calada a un enorme puro que llevaba en la mano.

Luego de observar a la niña, le preguntó a mi tía si habían llevado todo y esta le dio la bolsa con las cosas. Mientras las colocaba en el altar y las preparaba en pos del dios Changó, Yemaya, Eleguá y otros tantos; los ayudantes continuaban orando y haciendo círculos alrededor de mi sobrina. Luego de un rato el sacerdote volteó y le dio otra calada al puro, el humo lo arrojó en la humanidad del niña moribunda. Y empezó a orar de igual manera.

En unos instantes la niña se comenzó a convulsionar violentamente y luego se quedó en total quietud, lo siguiente fue lo más extraño que ellos vieron. Lentamente se incorporó y se paró en ambas piernas. Una niña que apenas podía respirar ahora estaba parada ante la mirada atónita de los padres y mi tía. Enseguida empezó a hacer una danza extraña, con una gracia muy singular, pasos precisos y cadencia. Como un baile gitano, la niña estaba en una especie de trance en el cual bailaba con lentitud.

Bailaba con la punta de sus pies que apenas si tocaban la mesa y la comida que estaba sobre ella. Lo más extraño es que mi sobrina apenas empezaba a caminar tenía 2 años cumplidos cuando comenzó todo el martirio. Mientras esto sucedía el Babalawo metió las cosas que habían llevado mis parientes en una maleta vieja, al terminar pronunció unas palabras y mi sobrina cayó debilitada sobre la mesa como si fuera un muñeco de trapo. Luego el sacerdote cerró la maleta y se la entregó a mi prima, diciéndole unas

palabras:

–En esta maleta está encerrado el mal que tu hija traía, debes dársela de comer al mar lo antes posible la diosa Yemaya cubrirá con su manto a tu niña y destruirá el espíritu inmundo que habitó en la piel de tu niña; pero debes de ser tu quien la arroje a lo profundo del mar y que se la coman las olas, pueden ayudarte; pero tú debes entrar en el mar. Si la maleta vuelve a la orilla el mal regresara y con más fuerza. Así que asegúrate que Yemaya la reciba.

Así, todos salieron de ese lugar con la niña en brazos y con la esperanza que mejoraría, la playa estaba a unas 3 horas de camino. Regresaron a la casa de mi tía y dejaron a la niña a su cuidado en tanto se iban para la costa; pero algo sucedió con el vehículo y no daba marcha, luego de varios intentos decidieron tomar un taxi a la central de autobuses y tomar uno. Tuvieron que esperar a que saliera una corrida y salieron ya de noche. Al llegar aún era de madrugada así que tomaron un taxi para la playa. Al estar ahí, sucedió algo inusual.

La maleta que al salir pesaba unos 15 kilos ahora pesaba notablemente, tanto que era imposible moverla unos centímetros sin un gran esfuerzo. Mi prima le pidió ayuda al maletero para que la subiera al taxi y este no pudo cargarla. Extrañado por sus inútiles intentos por subirla, le pidió ayuda a mi primo y luego de mucho esfuerzo lograron subirla. El taxi se hundió ante el peso inusual de la maleta. Cuando por fin llegaron fue la misma odisea para bajarla. Entre el taxista y mi primo la lograron bajar.

Estando a unos metros de la orilla, mi prima se preparó para llevar la maleta atendiendo a la advertencia del babalawo. Que solo ella podía hacerlo. Fueron varios minutos de esfuerzo arrastrando la maleta, solamente el amor de madre y la idea de salvar a su hija la hicieron sacar fuerzas para poder arrastrar y empujar la maleta hasta que llegó a la orilla y ahí pesó aun más. Con un último esfuerzo empujó la maleta entre las olas y poco a poco comenzó a flotar. Las olas hacían mas difícil el trabajo ya que en cada intento por llevarla a lo profundo, estas sacaban el objeto. Al ver que los esfuerzos eran inútiles mi prima pidió con toda la fé que podía a la diosa del mar que la ayudara.

Así llegó un oleaje que cubrió a mi prima y la maleta. fue tal la violencia de las olas que ella la soltó y pensando que regresaría a la orilla buscó por todos lados y desapareció entre la espuma de las olas embravecidas. Por fin se había cumplido la tarea. Mi prima salió exhausta y casi arrastrándose, mi primo la ayudó y le dijo que todo estaría bien por fin. Regresaron a su casa y al llegar mi sobrina estaba comiendo con desesperación y tenía otro semblante, ellos al ver esto lloraron y agradecieron por el favor concedido.

Nunca supieron que había pasado o quien había impuesto ese mal en la niña. Ella no volvió a enfermarse, sin embargo nunca se pudieron salir de ese ambiente y de esas creencias que son muy complejas y demandantes, el que entra en este circulo difícilmente puede salir. Aun en estos días siguen con sus prácticas santeras y les han sucedido muchas cosas extrañas a la familia; pero ese será motivo de otro relato.

HISTORIA DE TERROR "LA EMBRUJADA"




Fue por el siglo XVI en la capital del país, siendo aun el virreinato de la Nueva España. Donde tomó lugar una leyenda que giraba en torno a la hechicería y poderes diabólicos que surgieron a partir de la envidia y la vanidad de una mujer llamada Doña Francisca. Corría el año 1554, en aquel entonces gobernaba el virrey Don Luis de Velasco y Ruiz de Alarcón. Y aunque el tribunal de la fe se estableció en México hasta 1571, los castigos contra las brujas y la herejía se practicaban desde que los conquistadores llegaron.


Los juicios de este tipo en la Nueva España se hacían de forma rápida y expedita; los acusados eran encarcelados tras el juicio y después conducidos a la horca ó la quema. Los eventos extraños sucedieron en una casona ubicada en la calle de Cadena numero 7 , hoy conocida como calle Venustiano Carranza en el centro de la CMDX. Era habitada por Doña Felipa Palomares de Heredia, ella había sido esposa de uno de los capitanes de Hernán Cortez y había enviudado después de consumada la conquista, heredando el nombre y la fortuna de su esposo. Ella tenía un hijo llamado Domingo de Heredia y Palomares. El cual había sido mimado en exceso desde la cuna y criado con lujos y dispendio, siempre sobreprotegido por su autoritaria madre que, al ser hijo único era su consuelo y adoración, al cumplir la mayoría de edad su madre se preocupó por que su amado hijo se casara y tuviera descendencia, deseaba que se casara con una mujer de alcurnia y abolengo y por supuesto ella tenía que aprobarla.

El joven Domingo deseaba casarse, durante los años sometido a los cuidados de su madre, no había conocido a una mujer o entablado relación con alguna. El hecho de poder salir y mezclarse con jovencitas para enamorarlas era algo nuevo para él. Por lo que había obtenido el permiso de su madre para salir a dar la vuelta por los lugares de moda en donde jóvenes de la alta sociedad concurrían.

Era común que en esos sitios se juntaran muchachos para escoger a los mejores partidos para casarse. Así que durante varios meses Domingo en compañía de sus amigos del colegio fue muchas veces a conocer sin éxito a una jovencita que no solo le gustase, sino que también fuera del gusto de su madre. Corrieron los meses y el joven no conseguía que alguna mujer se enamorase de él. A pesar de ser apuesto y con una gran dote, nadie se interesaba en el por ser introvertido y vivir bajo al ojo vigilante de su madre.


Decepcionado una tarde visitaba la catedral para orar por la salud de su madre y la bendición de poder conseguir una novia con la cual casarse. Aun no terminaba sus oraciones cuando frente a él se hincó una jovencita y al despojarse de su velo dejó entrever la hermosura de su rostro y el azul de sus grandes ojos que al verlos Domingo quedó extasiado con la juvenil aparición, su belleza virginal contrastaba con la intensidad de sus oraciones, tanto que hizo que el corazón del joven diera tumbos de emoción y prendado de aquella belleza.

Acercándose para poder contemplarla mejor. Notó que no era conocida, nunca la había visto en las reuniones o en los lugares de moda del virreinato. Emitiendo suspiros se hartó de ver la dulce figura y el candor de que era poseedora. Luego de terminar de orar se persignó y se acercó a una pila de agua bendita e introdujo sus dedos para hacer la señal de la cruz en tanto Domingo la observaba fijamente en todos su movimientos.

Al salir de la iglesia y como era la costumbre, la siguió a prudente distancia para ver donde vivía. La joven en su andar se dio cuenta que Domingo la seguía y apresuró el paso, al llegar a su casa se metió sin dilación. El joven pudo observar que la casa era de mediana fábrica y estaba situada en la cerrada de Necatitlán. Al acercarse para observar mejor se quedo petrificado al ver que la joven salía intempestivamente de su casa para observar mejor al joven que, al darse cuenta se le subieron los colores al rostro y la joven le regalo una mirada y una sonrisa tenue que acabo por enamorar a Domingo.

A partir de ese momento Domingo de Heredia y Palomares, comenzó el cortejo y el asedio de la joven. La siguió por todas partes haciéndose presente por “casualidad” y la joven correspondía a sus intentos regalándole sonrisas discretas y miradas cargadas de ternura. Con el tiempo descubrió que se llamaba Doña Francisca de Bañuelos y era hija única de padres humildes y trabajadores en el centro de la ciudad.

Eso en principio frenó los ímpetus de Domingo que al saber el origen humilde, pensó que su madre nunca aprobaría esos amoríos y jamás daría consentimiento para que se realizara una boda con la joven. Aun así y preso del amor que sentía por Francisca continuó con sus cortejos hasta que una noche después de seguirla una mano blanca salió por entre los barrotes de la ventana del cuarto de Francisca y el presuroso tomó el ofrecimiento y besó tenuemente la mano de la joven que después cerró su ventana para dejar soñando a Domingo con el roce de sus labios en su blanca y gentil mano. Ahí marcó el inicio de una relación de rejas en las que el joven noche a noche iba y descargaba sus mayores sentimientos de amor y promesas en la joven que, entre suspiros y murmullos musitó una declaración de amor que fue sellada con un beso breve de los carnosos labios de la joven Francisca.

Sin embargo los rumores corrieron rápido y la noticia de estos amoríos por parte de lenguas oficiosas llegaron a oídos de Doña Felipa. Y al escuchar las noticias rompió el cólera y lanzando gritos de asombro y molestia se arrodilló ante el sagrado corazón para pedir perdón por algún pecado que ella hubiere cometido para ser merecedora de tal castigo de ver a su hijo rendido a los pies de una plebeya. Las mujeres que le dieron la noticia se despidieron entre sonrisillas viles y triunfantes. Doña Felipa al ver que se iban, salió presurosa a buscar a la mujer que le había robado el futuro a su hijo.

fueron fuertes golpes del pesado aldabón que cimbraron la puerta de madera y herrajes, que la mano firme y encolerizada de Doña Felipa profería con odio. Fue la joven que al abrir la puerta sintió que las fuerzas de sus piernas le abandonaban y una corriente eléctrica la recorrió al ver el rostro deforme por la ira de la madre de Domingo. Sin preámbulos entró con prepotencia a la casa y Francisca al saber los alcances de la señora le dejó hablar. Su primer pedimento fue determinando: habría de alejarse de Domingo, pues ella era un plebeya sin nombre, ni fortuna, ni sangre noble. Además si se negaba el haría que su hijo le obedeciera y lo mandaría a España. Al decir esto Domingo salió de improviso de uno de los cuartos y con palabras firmes, enfrentó la ira y el reproche de su madre.

Defendiendo el amor que sentía por la joven y su autonomía de escoger de quien se enamoraba, sin importarle las amenazas de su madre de desheredarlo ante la negativa de seguirla. Doña Felipa salió de la casa sorprendida por la actitud y el desafío de su hijo. Mientras los jóvenes ratificaban su amor y deseos de casarse.

Al paso de los días y mostrando cada vez sus deseos de casarse, Doña Felipa cayó en depresión y oraba para que Dios quitara de en medio a la joven y le devolviera el amor de su hijo. Pero al ver que sus oraciones no cobraban efecto en el corazón de su hijo, renegó de él y juró que Domingo no se casaría con aquella mujer. por ese tiempo y llorando amargamente su dolor con una amiga; le confesó que haría lo que fuera para evitar esa boda y esta última le contó de la existencia de una bruja muy poderosa y temida en muchas sociedades secretas de la Nueva España. Le dijo que era posible alejar a los enamorados a través de maleficios y que esta bruja era la indicada para llevarlos a cabo.

Cegada por la rabia y por el amor enfermizo que sentía por su hijo, pidió ser llevada de inmediato a ver a aquella bruja que vivía por el área de la actual Tacubaya, al llegar al viejo jacal de la bruja, una mujer anciana de rasgos mestizos de aspecto torvo la recibió como si supiera a lo que iba la dama, Estando en el interior de su inquietante jacal con olor a copal y humo de leña.

Doña Felipa le contó su penar y sus deseos de separar a su adorado hijo de Francisca. La bruja escuchando con detenimiento la petición de la preocupada mujer, le dijo que podía hacer el trabajo; pero le costaría mucho. Doña Felipa arrojando una bolsa llena de doblones cerró el trato prometiéndole que si funcionaba le pagaría con bastante generosidad. La bruja le ofreció darle una respuesta en dos días y para un jueves de esa semana tendría que regresar para revelarle el plan a seguir. Sin más demora Doña Felipa se despidió y salió gustosa y esperanzada en los poderes de la bruja. Su corazón estaba henchido de gozo al pensar que por fin Domingo volvería a ella pidiéndole perdón y abandonando a la maldita joven que le robo su amorAsí llego la noche del jueves y Doña Felipa fue en busca de la bruja; luego de un rato le reveló un plan siniestro y de venganza que terminaría con la vida de la joven; pero para que este se cumpliera los jóvenes habrían de casarse, cosa que no le gustó a Doña Felipa; pero para poder lograr su objetivo debía ceder.

La bruja entonces le dijo que después de la boda ella debía darle un presente a la mujer de su hijo, el cual la iría matando poco a poco y ante su mirada. Eso llenó de emoción a Felipa. Así convinieron y luego de que su hijo se casara con la joven estos fueron recibidos con alegría y resignación por Doña Felipa. Disculpándose ante la pareja les dijo que si Francisca no era de linaje. Su belleza y su temor a Dios eran suficientes para ella. Así se dio una gran fiesta entre amigos e invitados para desearle felicidad a la nueva pareja entre murmullos de desaprobación de la sociedad novohispana que había asistido al convivio .

Al mismo tiempo que la reunión se llevaba a cabo. En la laguna de Macuaitlapilco (hoy barrio de la Candelaria) La bruja celebraba un ritual diabólico en el cual sacrificaba a uno de los patos que abundaban en aquel lugar, en total degolló a siete de estas aves y cubrió con su sangre su cuerpo arrugado y rostro en tanto hacia las invocaciones a Satanás para que le concediera un favor, luego de terminar el ritual obtuvo de su señor la maldición que llevaría a cabo. Pasaron tres días de la boda y mientras los jóvenes gozaban de dicha y felicidad, Doña Felipa se acercó con un presente para su nuera.

Era un cojín fabricado con telas de oriente y relleno de plumas que era bastante agradable al tacto que fue recibido con alegría y gratitud por la joven. Desde esa noche el cojín fue la almohada donde descansaba la cabeza de Doña Francisca sin saber lo que le esperaba. Al día siguiente de levantarse la joven se quejó de un inmenso dolor de cuerpo y de cabeza , causando la preocupación de Domingo y Doña Felipa que no escatimaron en brindarle cuidados y atenciones para el mejoramiento de su salud, mismos que fueron inútiles ya que conforme pasaban los días, la salud de la joven fue deteriorándose cada vez mas sin que ningún médico lograse mejorarla.

Día a día la extraordinaria y fresca belleza de la joven se fue marchitando; pálida y desmejorada, no podía probar ningún alimento sin que lo devolviera en medio de sangre y coágulos negros que salían de sus entrañas. El cuerpo que una vez gozara de esplendida forma se fue tornando en una triste visión cadavérica con la piel pegada a los huesos y ojos hundidos en profundas y negras ojeras, el rubio y abundante cabello se fue cayendo a puños lentamente hasta quedar con algunos pelambres que sobresalían de una cabeza llena de costras resecas, fiebres y vómitos atormentaron a la pobre joven sin descanso.

Domingo en la desesperación mandó traer a un médico muy respetado de Valladolid y luego de examinarla su rostro mostró una preocupación al dar el diagnóstico; pues la desdichada Francisca presentaba el aspecto de los esclavos y presos de las galeras y mazmorras, algo parecido al tifus o tabardillo en estado avanzado; su destino estaba marcado por la muerte. Así pasaron unos meses y una tarde la desgracia cayó sobre la desafortunada Francisca que murió en medio de terribles fiebres y dolores. Luego de los funerales Domingo se encerró en su alcoba víctima de una gran depresión durante muchos días, apenas comía y se negó a la presencia de su madre , que comenzó a aborrecer al tratar de consolarle por la muerte de su amada esposa. La depresión dio paso a la locura y bajo el tormento de ver el lecho vacio en donde su esposa alguna vez durmió junto a él; hizo de su alcoba un santuario , abrazando y besando los lugares que ella tocó o los vestidos que ella vistió y durmió sobre el cojín satinado relleno de plumas.

Una de esas noches, Domingo se despertó sobresaltado luego de sentir frío en la alcoba y notó la presencia de algo sobrenatural y siniestro junto a su lecho. Al mirar; de entre las obscuras sombras de la habitación surgió la presencia de un ser descarnado, sintiendo un terror absoluto, su quijada se trabó y el grito de horror quedo atorado en su garganta. Luego de correr arrastrándose sobre el piso de la alcoba.

Pudo ver que de entre la carne podrida del rostro que dejaba ver una dentadura amarillenta y la cuenca vacía de donde debía ir un ojo. De aquella descarnada aparición se asomaba tenuemente la presencia de Doña Francisca. Levitando por la habitación, el ser que vestía el atuendo gris y derruido que otrora fuera la vestimenta mortuoria de Francisca , se movía vaporosa al viento ante la mirada aterrada de Domingo. Con una voz de ultratumba le habló y le advirtió del cojín embrujado, el cual le provocó la muerte, chupándole la sangre poco a poco, enfermándola y finalmente llevándola a la tumba. Y que las autoras del atroz crimen fueron su madre y la bruja que conjuró al diablo. Antes de que la horrible aparición se diluyera entre las sombras, Domingo le lanzó un juramento de vengar su muerte.

Siendo aun de noche, Domingo salió sigilosamente de la casa sin que nadie se diera cuenta y corrió a hacer una denuncia ante el Santo Oficio, explicando su situación y la advertencia que el ánima de su esposa le hizo, los frailes inquisidores salieron a la tarde siguiente con ordenes de apresar a Doña Felipa y perseguir a la hechicera. Se dirigieron a la casa de la dama y no la encontraron, Domingo presuroso tomó el cojín satinado y se los mostró a los inquisidores, los cuales de un tajo lo cortaron por la mitad y cayeron al suelo cientos de plumas apelmazadas de ánade, las plumas estaban pegadas con una masa apestosa y negra.

Al ver aquella asquerosidad se percataron que se movía levemente y al pisarlo, este dejó salir un líquido rojo que chispeó el suelo y los pies de los presentes. El líquido era sangre; mientras se hacia un enorme charco, las plumas parecían moverse como sierpes buscando absorber la sangre que emanaba de ellas mismas. Aquel horrendo espectáculo fue visto con horror y asco por los inquisidores que hicieron la señal de la cruz en tanto exclamaban:

“¡Brujería!”

En ese momento iba llegado Doña Felipa, la cual al ver a los inquisidores con sus negras capuchas y a Domingo viéndola con odio y pesadumbre, se hincó para pedir clemencia en tanto veía lo que su dinero había pagado: una infernal brujería.

Fue apresada, arrastrada a las mazmorras de la santa inquisición. Fue sometida a crueles torturas para que revelara la ubicación de la hechicera, cuando cedió al dolor y la humillación, habló y los inquisidores despacharon una guardia para ir a apresar a la bruja. En un juicio sumario, se condenó a ambas mujeres a morir quemadas en la entonces plaza de Santo Domingo; Doña Felipa Palomares de Heredia y la hechicera cuyo nombre jamás se reveló fueron humilladas y vejadas ante la mirada morbosa de decenas de personas que asistieron al tormento y muerte de las mujeres acusadas, mientras se leían los actos de herejía que cometieron y la muerte de la joven Francisca, crímenes por los que fueron acusadas.

Se les dictó la sentencia de morir en la hoguera, así fueron atadas a postes y rodeadas de leña aceitada que avivo el fuego que poco a poco envolvió a las mujeres; en medio de gritos horribles y la risa burlona de la hechicera ambas fueron quemadas hasta las cenizas, las cuales fueron esparcidas y enterradas en lugares desconocidos.

Durante muchos meses, Domingo Heredia y Palomares se encerró en su casona hundido en la depresión y la tristeza, La gente decía que vivía en vergüenza y solo por haber señalado a su madre y ser responsable de su horrible y avergonzante muerte; pero lo cierto es que lloraba mas la ausencia de Francisca. No se supo nada mas de Domingo. La casa fue abandonada repentinamente y muchos aseguraban que el hombre se marchó a España llevándose pena y fortuna.

HISTORIA DE TERROR "EL CUERPO EN LA MORGUE"



La morgue estaba repleta. Cubiertos por sábanas algunos, dentro de bolsas plásticas otros, los cadáveres cubrían casi toda la superficie de la sala. También había uno en la mesa de autopsias, y el doctor López se disponía a examinarlo, pero algo que divisó de reojo lo hizo girar rápidamente la cabeza. Una sábana se iba elevando a medida que un cuerpo se erguía hasta quedar sentado.

López quedó inmóvil. Muchas veces vio un cuerpo moverse, pero no de aquella forma. Después de un instante de azoramiento, fue hasta el cadáver que se había sentado de pronto y le quitó la sábana. Era el cuerpo de un hombre, tenía los ojos abiertos y ya lucían opacos. Los primeros signos de descomposición comenzaban a evidenciarse, por lo tanto López descartó que estuviera vivo.

De pronto el cadáver pareció aflojarse y cayó hacia atrás quedando nuevamente tendido.

Aquello sí que era raro. El doctor lo volvió a cubrir. “Que espasmo muscular tan particular”, pensó “Si estuviera aquí algún practicante se llevaría un buen susto” pero un instante después el que se llevó un susto fue él. El cuerpo que estaba en la mesa de autopsias había levantado levemente la cabeza y lo miraba. Luego de un instante la cabeza cayó pesadamente sobre la mesa.

López se acercó con prudencia y dudó varias veces antes de examinarlo. Sin dudas estaba muerto. ¿Qué pasaba allí? Al observar la sala notó que otro cuerpo se movía. Nuevamente, tras un momento de actividad inusual quedó inerte, como si la energía que lo animaba lo abandonara de golpe.

Ahora López miraba hacia todos lados ¿Qué muerto se movería ahora? Detuvo su mirada en una especie de humo que formaba un contorno humano no muy bien definido. La figura espectral avanzaba entre los muertos y desapareció al atravesar una pared, dejando en la sala a un López terriblemente asustado.

Al reponerse un poco, se quitó los guantes, los arrojó descuidadamente y se lavó apresuradamente las manos mientras miraba sobre su hombro. Tenía que marcharse de allí lo antes posible. Las piernas le temblaban. Salió al corredor caminando lo más rápido que podía y, en su apuro casi chocó con un hombre que se iba prendiendo la camisa. El hombre lo miró y sonrió extrañamente, para luego saludarlo con un gesto y seguir su camino. Detrás del tipo corría un doctor, y al ver que no lo iba a alcanzar se detuvo y gritó:

- ¡Señor! ¡No se vaya aún! ¡Tenemos que hacerle algunas pruebas…! pero era inútil, el sujeto se marchó sin voltear. Increíble, se fue -dijo el doctor dirigiéndose a López, y seguidamente le preguntó. ¿Usted lo conoce? Vi que el tipo lo saludó.

- No… no lo conozco contestó algo inseguro López, pues aunque no recordaba la cara del tipo, de alguna forma sentía que lo había visto antes.

- Ingresó con un paro cardíaco le informó el colega. Intentamos reanimarlo pero no pudimos, y cuando lo iba a declarar muerto, se levantó como si nada y ya ves, se marchó.

Al escuchar aquello, conjeturó rápidamente, recordando detalles de lo que acababa de sucederle en la morgue y en aquel pasillo, que lo que andaba recorriendo la morgue buscaba un cuerpo fresco, sólo logrando reanimar a medias a los que no lo estaban, pero al buscar en otro lugar halló a uno, y al marcharse en su cuerpo nuevo cruzó por él y le sonrió.